Las antiguas chimeneas industriales de Tenerife
por Melchor Padilla
Se entiende por patrimonio histórico industrial el conjunto de elementos de explotación industrial, resultado de los procesos de producción y de la tecnología con que las distintas sociedades han resuelto, dentro de un determinado sistema socioeconómico, sus necesidades productivas. Es decir, este tipo de patrimonio incluye los restos de materiales del proceso industrializador que es conveniente conservar para la memoria de la actividad económica del pasado.
Pese a que en nuestro archipiélago no se produjo un proceso de industrialización muy importante contamos, todavía, con vestigios de alguna de las actividades industriales que se llevaron a cabo en gran parte del siglo XX. Abandonados posteriormente tras sufrir procesos de desindustrialización o por cese de la actividad, son testimonio de unas actividades económicas que ya no se ejercen. Entre estos restos nos referiremos hoy a unos pocos ejemplos que han sobrevivido de la actividad industrial del siglo XX en Tenerife: las chimeneas industriales.
Azúcar. En el municipio de Los Silos en la playa de La Sibora se yergue junto al mar una gran chimenea construida en piedra de dos colores, una parte inferior de basalto negro y otra superior de piedra más clara que aún conserva restos del enlucido oscuro que la cubría. Junto a ella se hallan dos naves, una perpendicular a la otra. Es lo que queda del ingenio azucarero de la compañía inglesa Igller que, a comienzos del siglo XX, realizó el último intento de relanzar el sector azucarero que tanta importancia había tenido en la historia de la isla. Funcionó durante algunos años hasta que fue cerrada porque los propietarios de las plantaciones sustituyeron la caña por el plátano. Por aquellos años hubo otra fábrica de azúcar en la Punta del Hidalgo que duró hasta 1916.
Electricidad. Otra de las chimeneas históricas que han llegado hasta nuestros días se encuentra en el barrio lagunero de La Cuesta. En su momento formó parte del conjunto de la estación y cocheras del antiguo tranvía que unió Santa Cruz con Tacoronte hasta 1956 en que cesó en sus servicios. Levanta su esbelta figura de ladrillo rojo hasta los 35 metros de altura y fue en su momento parte de la central termoeléctrica mediante combustión de carbón que calentaba una caldera Piedboeuf importada de Bélgica y que proporcionaba la energía suficiente para mantener las líneas en tensión. Aunque en nuestros días forma parte del paisaje urbano como mero elemento testimonial, cuando se remodeló la zona para crear una plaza y un centro socio-cultural, se conservó, con buen criterio, la chimenea de la estación que ha pasado a convertirse en un elemento emblemático del barrio de Arguijón.
Azufre. La última de las chimeneas que ha llegado hasta nuestros días se encuentra en Taco. Es la más alta de las tres y perteneció a la empresa Unión Azufrera S.A. que, hasta principios de los años ochenta del pasado siglo, producía en la isla azufre tanto sublimado como molido y micronizado, que se usaba fundamentalmente en la agricultura. En las antiguas dependencias de la Azufrera, hoy convertidas en locales industriales y comerciales, podemos observar todavía los restos de los hornos de la antigua fábrica en los que quedan señales de la presencia del azufre.
Existieron en su momento otras chimeneas en la isla como la del conjunto de bombeo de agua para usos agrícolas de La Gordejuela en Los Realejos y también la de la «Compañía Eléctrica e Industrial de Tenerife», que más tarde se convertiría en Unelco, situada en Santa Cruz en la Autovía de Conexión TF-4, detrás de la iglesia de la Concepción, y que es en la actualidad un solar murado. De ambas sólo queda el recuerdo de viejas fotografías.
Sin legislación que las proteja. No obstante el interés de estas estructuras industriales, existen serias dificultades para su conservación pues la Ley 4/1999, de 15 de marzo, de Patrimonio Histórico de Canarias no incluye entre los elementos a ser protegidos los bienes patrimoniales industriales.
En el año 2000 el Ministerio de Cultura puso en marcha un Plan de Patrimonio Industrial, a través del Instituto del Patrimonio Cultural de España, que tenía como fundamento la necesidad de protección y conservación de un patrimonio que, por su propia especificidad, presenta un rápido deterioro y está expuesto a desaparecer. Dentro de este Plan se solicitó a las distintas comunidades autónomas que aportaran una lista de bienes patrimoniales susceptibles de intervención. Canarias no presentó ninguno.
Ante este hecho, la diputada de Coalición Canaria Dulce Xerach Pérez hizo una pregunta en el parlamento regional a la Consejera de Educación quien respondió textualmente que «Las declaraciones que afecten a bienes inmuebles se tienen que efectuar de acuerdo a las categorías contenidas en el artículo 18.1 de la Ley 4/1999, de 15 de marzo (BOC nº 36, de 24/3/99), y el patrimonio industrial no figura entre las mismas. En consecuencia, no se están estudiando propuestas del referido patrimonio».
No obstante, en un borrador presentado hace cinco años sobre un futuro Proyecto de Ley de Patrimonio Cultural de Canarias sí aparece contemplado este concepto y en él se integran los bienes muebles e inmuebles que constituyen manifestaciones del pasado tecnológico, productivo o de ingeniería. Se especifican las fábricas, las edificaciones o las instalaciones y, también, los vehículos, las máquinas, los instrumentos y las piezas de ingeniería que son expresión y testimonio de sistemas vinculados a la producción técnica e industrial, aún cuando hayan perdido su sentido práctico y permanezcan sin utilizar.
No sabemos nada del estado de la tramitación de esa ley y, mientras tanto, mucho de este legado está sometido a un deterioro creciente pues, de acuerdo con la legislación vigente en Canarias, no puede ser declarado objeto de protección.
¿Para cuándo la nueva Ley de Patrimonio Cultural de Canarias?