El convento de las Clarisas de la Laguna y su Museo de Arte Sacro.
por Margarita Gallardo González
La autora de este artículo es Licenciada en Geografía e Historia y responsable, desde hace muchos años, del Archivo del Monasterio de Santa Clara de Asís de La Laguna. Se ha encargado, pues, de la tarea de catalogar los importantes fondos documentales que custodia la institución desde su fundación. Para este blog es un auténtico honor contar con ella en estas páginas.
El establecimiento de la orden de Santa Clara en las Islas Canarias obedece a la demanda de una determinada sociedad que, desde comienzos del siglo XVI, está solicitando la fundación de un monasterio capaz de cubrir las necesidades espirituales de la población femenina. En 1547 llegarían a la Isla de Tenerife diez religiosas clarisas, procedentes de los monasterios andaluces Regina Coeli de Sanlúcar de Barrameda y San Antonio de Baeza. Esta primera aportación permitirá a la ciudad de San Cristóbal de La Laguna disponer de un cenobio para dar cabida a la gran afluencia de vocaciones que se genera. El resurgimiento de una nueva piedad, el fervor religioso, la política tridentina que apuntaba hacia una clausura sin fisuras, el incremento demográfico y los propios intereses de personas de elevada posición social o relacionadas con estamentos privilegiados serán, los factores espirituales, sociales y económicos que en mayor medida influirían a la rápida expansión de las clarisas franciscanas en el archipiélago canario.
Desde la primitiva fundación en San Miguel de las Victorias hasta el traslado de la comunidad al actual monasterio transcurrieron más de 30 años. Desde ese momento el crecimiento de la orden no va a detenerse a pesar de las adversidades sufridas; sucesos como el incendio de 1697 o las turbulencias sociales, políticas y económicas del siglo XIX. Tras el incendio de 1679. Las religiosas clarisas vivirían durante algún tiempo acogidas en el Monasterio de Santa Catalina. Coadyuvaron a la reconstrucción de las zonas destruidas las familias de las religiosas, la utilización temporal de sus dotes y la generosa aportación de ricos donantes locales.
Debemos mencionar que el estudio de estos bienes ha sido fundamental para la reconstrucción, al menos, de forma parcial de casi cinco siglos de historia. Dentro del respeto a la clausura conventual es un privilegio que hoy podamos mostrar su museo con obras y objetos de la vida cotidiana que gracias al delicado cuidado de las religiosas han llegado prácticamente intactas hasta nuestros días. En cuanto a la metodología utilizada en el museo, si bien hemos dado prioridad a la funcionalidad, agrupamos las obras en las salas atendiendo a temas específicos en lugar de seguir un orden cronológico. Esperamos que el visitante pueda acercarse con más facilidad al carisma franciscano. Con paciencia, consenso de criterios y el trabajo de un reducido número de personas hemos ido valorando, seleccionando y ordenando cada pieza siguiendo un rigor puramente temático, como puede comprobarse en el inventario, para el que utilizamos la misma metodología.
Las pautas estructurales seguidas en las salas del Museo de Santa Clara de Asís y por consiguiente en el inventario de sus obras artísticas son el resultado de una idea preconcebida en la que ha primado la sencillez franciscana y un orden temático que hemos antepuesto al cronológico con el fin de facilitar al visitante respuestas a “Qué hacen y como viven 14 religiosas en un edificio de grandes proporciones arquitectónicas en el medio de la ciudad.” Cuestiones que más de una vez se han planteado personas cuando pasan por las calles Nava y Grimón, Ernesto Ascanio. Anchieta o Viana. Si su exterior es casi monumental, en su interior se conserva un rico patrimonio. Ha llegado el momento de dar respuesta a esas reflexiones abriendo unas puertas al convento cuyo interior comparte áreas claramente diferenciadas. Para algunas personas posiblemente será la primera vez que entran en una institución conventual, así al introducirse en el edificio e ir disfrutando de su arquitectura, de las distintas dependencias y finalmente en la contemplación de sus salas encuentran la respuesta a muchas de sus anteriores cuestiones. Sorprenderán elementos materiales y espirituales como la paz de los claustros o que este edificio conventual permanezca en pie desde el siglo XVI, habitado por la Comunidad de las religiosas clarisas que lo fundara a pesar de los años transcurridos y las vicisitudes que han sufrido en determinadas épocas. Es verdaderamente heroico su continuidad, firmes y fieles a la de su patrona.
Hábitat de la Comunidad (clausura) donde se encuentran los elementos propios de una familia numerosa, un pequeño oratorio familiar, el obrador que atiende a necesidades litúrgicas propias y externas, sala de labor, cripta, claustros, secretaría, una formidable biblioteca y el “alma mater” del convento para todo historiador, su archivo.
Iglesia abierta al culto.
Museo de Santa Clara de Asís.
SALA II “SALA SERÁFICA”. Destaca toda relación con los fundadores de la orden San Francisco de Asís y Santa Clara de Asís, así como con santos de la orden en pintura, escultura y el resto de elementos. Digna de mención aparte es una Piedad atribuida a Cristóbal Hernández de Quintana en el interior del oratorio y, por su originalidad, los retratos de dos jóvenes antes de tomar el hábito franciscano o los retratos postmortem de algunas “Venerables” en los que en breve profundizaremos, esculturas con sus atributos, orfebrería , textiles y otros materiales, además de las reliquias. Entre los “Bienes Muebles” de esta sala destacamos; el báculo de la abadesa (su valor es sobre todo testimonial), un arcón de tres llaves donde se guardaban los documentos y objetos de valor. El hermoso baúl de procedencia mejicana, en su interior se recrea parte del ajuar de una religiosa. Incluimos también en esta sala el oratorio de la antigua enfermería del convento, ricamente decorado.
SALA III “SALA DE LA REDENCIÓN” siguiendo el mismo orden; pintura, escultura y sus atributos de orfebrería textiles además de otros materiales. Liturgia con 4 atriles y una cruz relicario. Entre los Bienes Muebles de esta sala es digna de mención la Capilla de Nuestra Señora de la Piedad rematada con una calcografía de la Dolorosa.
El museo se encuentra en la calle Viana, nº 38 en La Laguna (Tenerife) .