Un viejo castillo
En la desembocadura del barranco de Taoro (1), sobre plúmbeas y potentes rocas que junto al mar se alzan con gesto triunfador, manchados sus arrugados paredones por zumos salitrosos, encontramos un recinto heroico, que ha cerrado para siempre su portalón de entrada a toda contienda belicosa.
Artillado en su fundación, hoy ni siquiera una férrea bala guarda en su seno para muestra; la fuerza de que gozaba le truncó, en mal hora, cierto decreto antidinástico, y caído y sin giro los ejes del pesado puente que antaño, anocheciendo, era elevado por medio de broncíneas cadenas a la voz de mando de un sargento de Milicias provinciales, en tinieblas lleno, cual aterrorizado fantasma, se presenta a las gentes pescadoras y caminantes que frente a su cara y a diario parar pretenden.
Ya sobre la cumbre de su enana puerta no luce el escudo de armas rematado por corona mural, representando la voluntad del fundador del pueblo (2) y que tan guardado estaba dentro de una hornacina – para señalar a las generaciones portuenses que la población que se llamó «la llave de la isla» (3) jamás se apartaría del Signo de la Redención y que «con esta señal vencerás» – , ni por sus troneras ya se ven aquellos cañones temidos por los piratas. Los cañones han desaparecido, no vomitan fuego, balas, granadas…
¡El viejo castillo ha quedado desmantelado y sola presta albergue al enterrador de los muertos!…
Por sobrenatural esfuerzo en tenerse en pie, talmente nimbado con sus pasadas glorias, puede ofrecer ejemplarísimo modelo de hispana arquitectura del siglo XVII, quejándose de ser abandonado, pero ansioso de volver a tener dentro de su seno la pujanza perdida, tensa y renovada con toda fortaleza.
¡Quiere alzarse! ¡Quiere hacerse fuerte! (4) ¡Quiere hacerse joven, ¡muy mozo!…
Sus almenados parapetos, la acción de los tiempos, las aves nocturnas y reptiles los han derruido, y el polvo que cierne sobre la romboide plataforma que sostuvo las cureñas de sus piezas guerreras, parece exaltar sobre su visionario romanticismo. (5).
¡Parece querer pedir a grandes voces su perdida mocedad, pedir bríos, pedir…!
Triste y friolento, tiene por vecino a un Cementerio católico, y a sus plantas, los arrecifes del mar, al choque de las olas enfurecidas, le estremecen y, con coraje, hacen avivar algo en su tibio espíritu. (6).
¡Oh viejo centinela solitario y triste! ¡La nativa musa te ha consagrado un salmo recordatorio, un canto vivificador a tu memoria perdurable!
¡Castillo de San Felipe,
Centinela y Patriarca!
Tú no has muerto;
Eres consuelo de la estirpe,
Heredero y Monarca De este Puerto.
En tus garitas ya el soldado isleño no monta guardia; el farol de la retreta no llega a tus murallas consumiendo el aceite de pescado que los :marinos por obligación tenían que vender a sus alcaides y castellanos; todo ha pasado, todo ha desaparecido… (7).
¡Cuánta mudanza en tus centurias has contemplado! ¡Has vivido tanto!
Y si a pasadas glorias unimos los innumerables auxilios que has prestado bajo las bóvedas de tus cuadras y dormitorios, en épocas presentes – y por acoger centenares de damnificados, con motivo de las inundaciones y epidemias que han sufrido los moradores de este Puerto (8) – , muy obligados estamos para que, con caracteres de fino y bruñido oro, inscriban en la ejecutoria de tus nobles y heroicas acciones los títulos a que eres merecedor y con justicia se te puede llamar «Viejo Castillo, Benéfico y Hospitalario». (9).
F. P. Montes de Oca García
Cronista Oficial de Canarias
13-05-1933
- Hoy es llamado de San Felipe, La Plataforma fundada por Lutzardo de Franchi, sirvió para edificar el Castillo por los años de 1650 a 51.
- Antonio Lutziardo de Franchi, regidor del Cabildo tinerfeño con orden expresa llevó a efecto el acto de 3a fundación de este pueblo, el día de los Santos Reyes del año 1604.
- Así se titula la Real Cédula de nombramiento de Villa de la Orotava y su Puerto.
- Notables son sus sótanos y calabozos, las arquerías de construcción.
- Desde el corredor que sale fuera de sus dormitorios se puede contemplar una hermosísima vista panorámica que abarca toda la zona marítima del Distrito, comprendido de la «Punta del Viento» a la de Teno.
- En el Camposanto se empezó a enterrar los cadáveres pertenecientes a los muertos católicos en el año 1811.
- Los Gobernadores de las Armas eran elegidos por todos entre la nobleza del país canario.
- El Ramo de Guerra cedió en usufructo al Ayuntamiento de este Puerto esta fortaleza según R. O. De 29 de julio de 1891.
- El Pendón que antiguamente en las funciones de la Santa Cruz presidía al Consejo Municipal, era conducido por el teniente de alcalde Castellano del fuerte de San Felipe, escoltándolo un piquete de milicianos del arma de Artillería, desde la Plazuela Concejil la parroquia. Suprimidas las guarniciones de las fortalezas del pueblo, pasó a ser guardado en la Casa-colegio de Jesuitas de la Orotava, y habiéndose incendiado ésta, fué pasto de las llamas juntamente con los documentos del Ayuntamiento que abarcaban un período de más de ciento cuatro años. En memoria de este Pendón, desde mayo de JI924 conserva el Ayuntamiento otro, que contiene pintadas las mismas piezas heráldicas que figuraban en el escudo de armas desaparecido de dicho Castillo de San Felipe.