DocumentosEl zurrón

El crimen de Tacoronte ( Publicado el 29-07-1907)

Mujer asesinada – Revelaciones importantes – Indicios y sospechas – Un detenido.

Con objeto de recoger detalles de este terrible crimen estuvimos ayer en Tacoronte, donde, desde el primer momento, observamos la indignación que el trágico é inesperado suceso ha producido en el pueblo, por tratarse de una mujer inofensiva y servicial, circunstancias por la cuales contaba la finada con la estimación y aprecio de todos.

Antecedentes

Teodora Mesa, más conocida por Dora, vivió largo tiempo en la mejor armonía con un hombre, el cual murió hace argunos años.

Tuvieron tres hijos: Pancho, que reside en Tacoronte dedicado á las faenas del campo; María, casada, que vive con su marido en San Andrés y Dolores, joven de la cual se hizo cargo desde que era niña su madrina, con la que vive actualmente.

Los tres hijos de Dora observan ejemplar conducta, y como las demás personas con quienes hemos hablado ignoran quién pueda ser el asesino de su madre y los móviles de su trágica muerte.

1950 Alhondiga, foto subida por Melchor Castilla
1950 Alhondiga.

Antes del crimen

Este, como decíamos en nuestro número anterior, se perpetró en la noche del 25 de Julio, y por los datos que pudimos adquirir ayer en Tacoronte, el hecho ocurrió entre una y dos de la madrugada.

Dora permaneció en la calle hasta las 8 de la noche próximamente.

A esta hora estaba tomando unas copas de vino con su hijo Pancho, en una venta de la Plaza del Convento, esquina á la calle de la Amargura. Al darse cuenta el hijo de que era ya de noche la aconsejó que se fuera á acostar, obeciendo Dora seguidamente, á la que vieron dirigirse por la calle de la Amargura hacia la Alhóndiga. En la parte alta de este edificio, que es del Ayuntamiento y está completamente deshabitado, se le permitía dormir á la infeliz mujer, la cual no tenía otro domicilio.

La casa del crimen

Es un viejo caserón conocido por la Alhóndiga, situado próximo á la carnicería, y al costado izquierdo del Calvario, en sentido paralelo con éste. En la planta baja se encierra el ganado que se sacrifica en la carnicería.La planta alta, en la que dormía Dora, es un granero vacío, de unos 30 metros de largo por 5 de ancho, al que da acceso una escalinata ancha de madera con un pasamano y balaustrada también de madera, y al final tiene un descansillo en el que está la puerta de entrada al local, puerta que no cerraba Dora para dormir.

La cama

A la entrada del local, en el rincón del lado izquierdo, junto á la puerta de entrada, se ve en el suelo una almohada, una estera, encima un sobretodo viejo y un saco, y á los pies unas tablas de cajón, que sin duda usaba Dora para preservar los pies de la humedad del piso.

Alrededor hay algunas prendas de vestir bastante deterioradas.

Huellas del crimen

A medio metro de disíancia de la almohada, entre ésta y la puerta, existe tina mancha de sangre, de regulares dimensiones, observándose también huellas hasta el descansillo de la escalera, que demuestran haber sido arrastrado hasta fuera del local el cuerpo de Dora.

En el descansillo se ve abundante sangre como si hubiera sido allí el sitio donde más heridas recibiera. En las losas de la calle, debajo de la escalera también existen algunas manchas.

Una vecina

Al final de la calle de la Amargura, que desemboca á la espalda de la carnicería, quedando á la derecha la Alhóndiga, vive Guadalupe Izquierdo, la que prestó anteanoche declaración ante el Juzgado instructor. Para conocer la opinión de Guadalupe y la de su marido Tomás estuvimos en la casa de estos.

Tomás dice que en la madrugada en que se cometió el crimen se levantó á eso de las dos á tomar agua, diciéndole entonces su mujer Guadalupe que había oído una trapisonda hacia la Alhóndiga, causándole extrañeza.

Tomás y ella se asomaron por el granero y vieron que un hombre vestido de claro,subía algo apresurado por la calle de la Amargura, pero no conocieron quien era.

Lo que dice Juan Diaz

Otro que sintió el altercado fué Juan Díaz, joven de 18 años. Este individuo habita en la misma calle de las Angustias y dice que á las dos de la mañana oyó la voz de un hombre; que parecía enfadado, y al poco rato los pasos apresurados de alguien que se alejaba por la calle.

Revelaciones importantes

Pancho, el hijo de la interfecta, dice que su compañero de trabajo Juan Díaz (a) Carrillo le manifestó que haría unos 15 días, con motivo de haberle quitado Dora un poco de carne á Juan Reyes (a) el Marchante, éste le dijo que si volvía á repetir la suerte lo iba á pasar muy mal.

Guadalupe Izquierdo, la que oyó el altercado, confirma que Dora le robaba carne al Juan Reyes, añadiendo que aquélla solía decirle:
—Anda, chulón que estás separado de tu mujer y vives con una…. (suprimimos el calificativo en obsequio de las buenas formas.)

Interesante también parece que ha sido la declaración de Manuel Abreu, joven carpintero.

Este individuo, al ver á Dora el lunes ó martes de la semana actual llevando un barril con agua á la cabeza, le preguntó si todavía hacía los mandados á la querida de Juan Reyes, y Dora le respondió:
—Yo no sirvo á quien es más… liviana que yo.

Cómo se descubrió el crimen.—En la casa del Dr. Pisaca.

D. Agustín Pisaca, que en unión de su apreciable familia pasa la temporada de verano en Tacorante, Ocupa la casa contigua á la Alhóndiga. Por si podía enterarnos de algo, puesto que vive pared por medio de la casa del crimen, nos permitimos molestarle con el consiguiente interrogatorio.

Uno de los hijos del Dr. Pisaca salió el día 26 muy temprano como de costumbre para ir á dar clase, y vio qué sobre el descansillo de la escalera de la Alhóndiga estaba Dora, con la que frecuentemente bromeaba.

Al pasar le dio los buenos días, y como es natural aquella no contestó, pero no llamó esto la atención al joven señor Pisaca, quien supuso que Dora estaría adormecida por el alcohol y lo mismo supuso cuando regresó á almorzar.

Al salir después á la calle de nuevo y ver á Dora en la misma actitud se aproximó á la entrada de la Albóndiga, vio el charco de sangre y volvió á su casa comunicando lo que acababa de ver; pero sin suponer nadie que se trataba de tan horrendo crimen.

Más bien se creyó que sería por efecto de un síncope, como lo sufrió en otra ocasión.

Sin embargo, enterados ya los vecinos de que algo anormal ocurría á la infeliz mujer, se aproximaron varios á ella, quedando horrorizados al ver aquel espantoso cuadro. Seguidamente se dio conocimiento á las autoridades de la localidad, las que pusieron el hecho en conocimiento del Juzgado de instrucción de la Laguna, que practicó las primeras diligencias aquella misma tarde ordenando la traslación del cadáver á la citada Ciudad para hacerle la autopsia.

Buscando al autor.—Actuaciones del Juzgado.

El sábado se constituyó de nuevo en Tacoronte el activo juez de instrucción de La Laguna D. Carlos Lagos, acompañado del escribano Sr. Curbelo y de una pareja de la guardia civil.

El Juzgado recibió nuevas declaraciones, entre ellas la de la amante de Juan Reyes, llamada Candelaria Expósito, joven de 22 años, que hace poco más de un mes abandonó su pueblo natal, el Valle de Guerra, para venirse á Tacoronte.

Candelaria, según nuestros informes, dijo que la noche del crimen había dormido Juan en su casa, acostándose á las 8 de la noche y sin que volviera á salir hasta la mañana siguiente.

Luego parece que se celebró un careo entre Guadalupe Izquierdo y otra mujer que se había permitido hacer ciertas acusaciones, ignorando nosotros el resultado de esta diligencia.

Juan Reyes

Este individuo hace algún tiempo que recide en Tacoronte, donde, como hemos dicho, desempeñaba el oficio de carnicero por cuenta de una empresa de la Laguna.

El sábado á las 8 de la noche fué citado Juan para que compareciera inmediatamente á prestar declaración.

Se le buscó por todas partes y en vista de que no parecía fué llamada la amante para que ampliara la declaración.

Candelaria manifestó entonces que Juan había salido aquel día para la Matanza, donde también ejercía su industria de matarife, y que le extrañaba no hubiese regresado, pues tenía por costumbre hacerlo, cuando más tarde, á las 8 de la’noche.

En la casa de Candelaria.—Detención de Juan

Acto seguido dispuso el juez de instrucción que se practicase un registro en la casa de Candelaria, comisionando para ello al escribano Sr. Curbelo y á la pareja de la guardia civil.

Estos se constituyeron, en efecto, en la casa de Candelaria. Antes de penetrar en el domicilio, aquélla les dijo que fuesen por la trasera de la casa, que era por donde se hallaba la puerta de entrada, pero el cabo de la Guardia civil Francisco Rodríguez se adelantó, saltando por una tapia y en este momento se oyó que decía Candelaria.

—¡Ay, Juan, fuertes disgustos me están dando!

Juan se hallaba dentro de la casa.

El escribano y la guardia penetraron en el domicilio, detuvieron á aquél y á seguidas comenzaron á practicar el registro.

Lo que encontraron

Registrada la casa encontróse una camisa manchada de sangre, y una navaja de regulares dimensiones.

La camisa, según manifestó el detenido, era la que usaba durante las faenas en la Carnicería, añadiendo que las manchas procedían de la sangre de las reses.

La navaja fué encontrada sobre el marco de una pequeña ventana. La hoja del arma aparecía dividida en dos pedazos, uno adherido al mango y otro suelto. Este último había perdido la punta, que no se encontró.

Al ser interrogado Juan dijo, según rumores, que como Candelaria se hallaba ausente cuando él llegó á la casa, penetró por el marco de luz que corresponde á su habitación y al saltar cayó al suelo la navaja, haciédose pedazos.

El detenido negó toda participación en el hecho, mostrándose completamente tranquilo y contestando con gran aplomo y seguridad á las preguntas que se le hacían. Al ser registrada su persona se le encontró también un pequeñísimo arañazo, casi imperceptible, en el dorso de la mano izquierda.

El arma, que tuvimos ocasión de ver ayer en el Juzgado de La Laguna, parece que conserva huellas de sangre y según el médico forense las dimensiones coinciden con las de las heridas de la interfecta.

No obstante, produce verdadera extrañeza que, de ser el detenido el autor del hecho, dejase la navaja en sitio tan visible.

Para examinar las manchas de dicha arma y las que tiene la camisa, dícese que ambas piezas serán remitidas hoy al laboratorio de los señores Sueiras y Millán, de esta ciudad.

Juan se hallaba hasta ayer tarde incomunicado en la cárcel de La Laguna.

En el momento de la detención había numeroso público en la plaza del Convento de Tacoronte, donde se hallaba el Juzgado; y es tal la indignación que este horrendo crimen ha causado entre los vecinos, que tal vez éstos hubieran tratado de agredir á Juan Reyes, si hubieran tenido la seguridad de que era el autor del hecho.

Se cree que hoy se ampliará la declaración del detenido.

La autopsia

Se practicó en el cementerio de la Laguna; apreciándose en el cadáver unas trece heridas, de las cuales 3 eran mortales de necesidad.

Estas se hallaban situadas, una en el borde inferior de la clavícula, otra en la tercer costilla y otra en la cuarta. Tenía, además, 3 heridas en el pecho, 1 en el brazo izquierdo poco más abajo del hombro; otra en la región lumbar de la parte izquierda; 1 en la mano y una fuerte contusión en la nariz, producida al parecer por golpe de mano.

En las rodillas tenía rozaduras y en el brazo derecho una equimosis.

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