El pulpo-policía (Orígen del nombre del Charco de la Coronela).
TRADICIÓN PORTUENSE
A Don Amaro Riverol, anciano marino, capitán de puerto y comandante militar del trozo de Orotava, que, en un tiempo, llegó a ser alcalde del Puerto de la Cruz, conservó hasta la hora de su muerte la gran memoria que Dios le dio.
Cierto día, hablando de cosas preteridas, con razón se lamentaba; «Todo lo antiguo se va derruendo; todo lo antiguo, que es lo que evoca el recuerdo grato de lo pasado y nos proporciona las emociones más intimas en nuestras almas, toma el rumbo de desaparecer.»
Y entre el arsenal de curiosidades que poseía frescamente en su privilegiada maza encefálica, brotó una, la que desde niño le conservo, y como ya voy para viejo, tengo por debilidad de que, antes de achocharme, darle a la luz pública.
Allá vá. Habla el viejo Riverol:
I
«En el bajío de arriba, el de San Telmo, y a la terminación de la playa de este nombre, está, como todo porteño sabe, la Charca de los Linaderos.» (1)
«Por esta Charca, hace algunos años, unos ingenieros ingleses opinaban se debía de trazar el muelle del porvenir para todos los pueblos del distrito de Taoro y capaz de servir a toda importación y exportación de mercancías pues, siendo yo alcalde de esta población, ayudé muchísimo, como autoridad y como náutico, participándoles a aquellos técnicos mis opiniones sobre las formas en que debían de hacerse ios proyectos.»
«De estas observaciones, mi amigo don Benigno Carballo Wangüemert, en su obra «Las Afortunadas, viaja descriptivo a las Islas Canarias» (2) páginas 139 y 140, se ocupa, y no dudó de incluirlas como nota, en la forma siguiente:
«No no soy el más competente para, fabricar planos de obras de este género, pero debo a un entendido hijo del país una observación que no dudo someter al juicio del lector, Hay un punto, denominado Martianez, en donde la construcción de una muralla de 600 metros bastaría para resguardar el puerto de los vientos del O., N. O. y N. que son los de travesía, encontrándose al abrigo de los demás vientos por la configuración de la tierra. Esta obra tendría en su favor una gran abundancia de materiales para la escollera en sus mismos contornos, al paso que podría servirle de cimientos un bajío de cerca de 400 metros, con metro y medio de agua, poco más o menos. Este bajío es el de la playa denominada de San Telmo, el cual finaliza en donde deberla construirse dicha muralla, y tiene a su continuación hacia las laderas de Martianez un hermoso fondeadero de arenas, susceptible de ser ensanchado cuando se quiera. Repito que no me atrevo a juzgar acerca de la obra, y que me ha comunicado esta observación un hijo del Puerto de la Cruz.»
«Ya esto, que Carballo Wargüeírert se apresuró a poner en letras de molde, hoy por experiencia añado: Sobre el citado bajío, hasta los riscos de La Restinga, bien mazizado y con su muralla cernistente al frente de igual elevación que la ya referida, se debía de construir un terraplén propio para (instalar almacenes y puestos de cargas y descargas, pudiendo ser factible hacerse desviar, por medio de un túnel subterráneo, el barreneo de Martianez (3) hacia la Charca de los Linaderos, dejando franca la playa en que desemboca aquel, a fin de que sirva ésta de varadero a les embarcaciones menores.»
II
«Pero es el caso, que en el año a que nos vamos a referir, ¡1858! era primer teniente de alcalde de esta población el Sr. don Francisco Luis Calderón de la Barca, Caballero profeso de la Orden militar de Alcántara y da las nacionales de San Fernando y San Hermenegildo, condecorado con la de Lis de Francia y otras distinciones, coronel de Caballería retirado y cojo por añadidura, quién tenía por costumbre tomar baños de mar por esta charca durante los meses de Julio y Agosto, acompañado de su vieja sirvienta seña Maruca (a) la coronela (4), y en uno de esos meses, ambos se fueron a aquel paraje donde un chicuelo aprovechando que ellos se encontraban en el agua, le sustrajo a don Francisco su bastón de mando, mejor dicho, el sostén de la inutilidad, en extrema risa, del legitimo pariente del gran poeta de tan célebre apellido (5).
«Y tuvo que regresar a su casa el don Francisco apoyado del brazo de la coronela, y en vano encontró el menistro. —Antonico Martín—, (6) el bastón de su superior gerárquico, pues el pícaro chicuelo que lo había robado, en la retirada de ambos de la playa, le ocultó en un covacho que está a la margen del poniente de tal charca.
III
«A la mañana siguiente, parece ser que unos marinos mariscadores corrieron alarmados a dar parte al primer teniente alcalde, de que cierto chicuelo se encontraba preso de ambas manos y medio ahogado por un pulpo en el bajío de arriba y que viniesen pronto a ordenar se le sacase aquel sitio antes que la marea llenase».
«Allí acudió D. Francisco, la coronela y el menistro, como también los marinos, a quienes le facultó su señoría para que, adelantándose, salvaran al sujeto en peligro, y éstos, provistos de fijas y bicheros, cazaron al pulpo, librándose de perecer anegado».
«Dicho molusco octópodo, traía enrredado en sus rejos, el bastón desaparecido (7)».
«El tamaño de este pulpo, era casi igual a la altura del ladroncillo. Su cabeza lucía mayor que la del que gastaba gorra en Vez de sombrero; era una señora cabeza, con más casos que la vana del chicuelo…»
«Y que feroz estaba D. Francisco…»
«El menistro trató de conducir a la cárcel al ladronzuelo instado por D. Francisco, pero la coronela se opuso, diciéndole a su amo.»
-«Dejad, mi Sr., en paz a ese monigotillo, que bien caro ha pagado su travesura; dadle como propina el pulpo—policía, y de castigo, que coma carne de tan excelente opresor.»
«Don Francisco, movido de compasión, concede la gracia pedida por su humanitaria sirvienta y desde aquella fecha los pescadores y cogedores de mariscos, bautizaron a la famosa Charca de los Linaderos con el nombre de CHARCO DE LA CORONELA.
«Y el coronel retirado, se retiró con su bastón, con su coronela y diciéndole al monigotillo….»
—En la mar el pulpo agarra, – a lo que contesta el rapaz.
—Lo hace mejor que un menistro (como que sin ser chupadera del Monecipio se las gasta de primera); ¡tiene chupadera (8) y de las buenas! Mejor que las un gindilla. (9) ¡Este si que es un gran policía!
Francisco P. Montes de Oca García.
Cronista titular del Puerto de la Cruz.
Junio da 1922.
(1) Desde antiguamente se abría el tino por este sitio.(2) Madrid, 1862.
(3) Antes Cuaco.
(4) María Carmen Orta y Calzadilla.
(5) Era de caña de indias, con puño y regatón de oro. (6) Portero del M, I, Ayuntamiento.
(7) Véase, Legajo núm 13 1er. inventario, Archivo Municipal, documento núm. 13, (Acta de entrega de bienes a D. Pedro de Ponte, que dejó a su óbito D. Francisco, en poder de D.ª Isabel Distón del Alamos) por el comandante militar de este Puerto, D. Genaro Valmaceda, en 23 de Junio de 1866.
(8) Los tentáculos.
(9) Policía, guardia o Celador.