Carta de José Hernández Arocha animando a los soldados de la Batería de Montaña
Por la patria
DESPEDIDA
A mis paisanos, a los soldados que forman parte de la Batería de Montaña de la ciudad de La Laguna, destinados al ejército de operaciones en Melilla.
Laguneros: raza isleña, raza descendiente de nuestros antepasados, de los héroes que en aquella hermosa y espléndida mañana del 25 de Julio de 1797 vencieron al terror y coloso de los mares, al invencible Nelson, a éste intrépido marino que quiso apoderarse de nuestra tierra… ¡valor, valor y mucho valor!
Vais destinados a Melilla para conquistar de nuevo lo que tantas vidas ha costado; no importa. Marchad, marchad confiados en vuestro jefe; no olvidéis, nunca el juramento que prestasteis ante la enseña gloriosa de la Patria, de no abandonarla nunca y de derramar por ella la última gota de vuestra sangre. Yo cumplí con creces ese juramento; yo espero que vosotros también haréis lo mismo cuando llegue el caso y si es preciso morir, morir todos, paisanos, en el campo de batalla, que es donde mejor se muere al exhalar el último suspiro. ¡Tú, bandera mía, servirás de sudario para cubrir los cadáveres de mis paisanos que han jurado, ante Dios y ante ti, ser siempre modelo de disciplina en guarnición y en campaña, de valentía y arrojo!
Adiós, paisanos, adiós… Marchad tranquilos y orgullosos, para que cuando regreséis el día de mañana a vuestros hogares, después de haberos portado como valientes lleguéis con la frente levantada, y al estampar un beso—ese beso, tan deseado y cariñoso que daréis todos—,en las mejillas viejas, arrugadas pero honradas de vuestras queridas madres, se nublarán de lágrimas sus ojos, pero exclamaréis con orgullo las siguientes palabras: ¡Madre, no llores; dame la bendición, he cumplido con mi deber!
Y a usted, mi comandante, al comandante don Salvador Clavijo Bethencourt, jefe de la Batería, al ilustrado jefe, al simpático y caballeroso militar, permítame estas palabras que desde este ilustrado y dignísimo periódico tengo el honor de dirigirle: no quiero que regrese, ni con cruces, ni con ascensos pero si con honra, para que ese apellido de CLAVIJO y BETHENCOURT, pueda seguirlo llevando puro y sin mancha como hasta el día de hoy.
José Hernández Arocha.
(Héroe de Baler)
Sta. Cruz de Tenerife, 8 Septiembre 1921.