Historia de la ermita de Los Reyes

Por  Miguel Ángel Hernández Méndez

IGLESIA DE LOS REYES

«Santa Clara en Arguarmul [i]‘;
y Santa Lucía en Tazo,
La Candelaria en Chipude;
Los Reyes en el Barranco,
San Bartolomé Bendito,
En Alojera de abajo».

 

Valle Gran Rey
Valle Gran Rey

Entre las dificultades en hacer una historia de la iglesia de los Reyes, está como en el caso de la ermita de Arure, el que la documentación es prácticamente inexistente. El archivo parroquia1 de Chipude ha sufrido un percance que lo dejó bastante mal parado, fue el incendio ocurrido en este siglo con motivo de la destrucción de la Casa parroquial[ii].

A los daños de las llamas tenemos que añadir los efectos del agua que dejaron inservible gran parte de la documentación en él existente. No obstante, no creemos que los legajos referentes a la ermita de los Reyes fuesen numerosos. Los Reyes eran una de tantas ermitas que poseía en su distrito la parroquia de Chipude, un poco más importante por el número de sus feligreses. Se hace referencia a ella en los libros de visita y alguna que otra vez, en las cuentas de la fábrica, pero siempre muy generalmente.

La presencia de una ermita en Valle Gran Rey, parece datar de muy antiguo, en concreto, Luis Fernández ofrece como fecha de fundación la de 1515, aunque sin base documental alguna[iii]. En principio no es extraño que hubiera un templo en Valle Gran Rey, en una fecha tan temprana como la primera mitad del siglo XVI[iv], puesto que en ese tiempo ya funcionaba en este valle uno de los cinco ingenios de azúcar que habían en la isla.

En el hecho de que se erigiera una ermita bajo la advocación de Los Santos Reyes parece que tiene mucho que ver la especie de «obsesión» de don Guillén Peraza -conde de La Gomera- por los mismos. A saber: convento franciscano de «Los Santos Reyes» fundado por Guillén Peraza en 1533, en San Sebastián, del que era gran devoto y portador él mismo del hábito franciscano; les puso a sus hijos los nombres de los tres reyes magos. Así que no es de extrañar que la ermita en Valle Gran Rey, que eran tierras de su dominio, se pusiese bajo esta advocación.

El tiempo en que se erigió esta ermita se caracterizaba por la «pobre asistencia espiritual de los vecinos del señorío». Las Sinodales de Arce, de 1515 señalan que había un beneficiado cura que -según la Sinodal de Muros, de 1497- debía disponer de otro un crecimiento no sólo poblacional sino urbano; en este primer año se censan 156 casas, contándose en el último 180, si bien en 1846 el cómputo total enumerado fue de 186.

Esto conlleva que cuando con motivo de la división de la diócesis de canarias[v] se efectúa el arreglo parroquia1 de la nueva diócesis, de acuerdo con la Real Cédula de 3 de mero de 1854 y el Real Decreto de 15 de febrero de 1861, en el arciprestazgo de la Gomera la ermita de los Reyes quedó como parroquia auxiliar de la de Chipude para lo cual se confiere la misma dotación que la principal, no firmándose esto hasta el 4 de enero de 1869. Conforme se producía un aumento en la importancia económica y poblacional del lugar, también lo hacía el interés por disponer de parroquia propia.

DOCUMENTO PARA PETICION DE UNA IGLESIA EN VALLE GRAN REY[vi]

Excmo. Señor Ministro de Gracia y Justicia.

Excmo. Sor.

El Ayuntamiento del pueblo de Arure en la isla de La Gomera, provinciade Canarias, asociado de los mayores contribuyentes y personas de mayor representación social movidas de la más respetuosa consideración acuden a V.E.

suplicándole lo que á continuación exponen.

Este pueblo, Excmo Señor, ha venido hasta hoy careciendo de un templo católico donde dar á Dios culto externo y practicar los Misterios y actos de nuestra Santa Religión. Los recurrentes creen no exista en el territorio de la Monarquía en ninguna de sus provincias un pueblo con Ayuntamiento propio que no tenga una parroquia y al frente de ella un sacerdote donde puedan sus habitantes cumplir los deberes de cristianos, buscar la justificación de su conciencia por medio de la gracia y oír la palabra evangélica, la moral santa, la enseñanza divina que lleva el consuelo de la caridad hasta la pobre y humilde choza del hermano que padece.

¡Ah! sin religión, sin templo, sin culto, sin sacerdote, la moral desaparece de un pueblo; el sentimiento de la justicia y del deber huye de la conciencia de sus habitantes, las práctica de las virtudes es una mentira; y sin el freno  de la religión, sin el amor a Dios y el temor al juicio eterno, las pasiones viciosas, las prevaricaciones á las leyes divinas y humanas son las tristes consecuencias de tales males, los efectos consiguientes á tan funestas causas.

El pueblo de Arure con más de mil doscientos habitantes y trescientos vecinos es feligresía de Chipude donde está situada la parroquia cuyo punto es un pago o caserío que forma parte de la jurisdicción del pueblo de Vallehermoso, Y parece anómalo que un pueblo que forma ó comprende triple número de almas que Chipude no tenga siquiera un templo con el carácter de Ayuda de Parroquia.

Para que V.E. comprenda la justicia de nuestra exposición conviene hacer presente la causa que motiva el que los hijos de Arure carezcan de prácticas religiosas, de los actos y misterios que en los templos católicos tienen lugar.

La gran mayoría de los habitantes que forman el pueblo de Arure viven en distintos barrios en las laderas de un valle denominado «Valle-gran rey» que comprende una extensión de diez o más kilómetros; de manera que ciento cincuenta vecinos tienen que cruzar una distancia de tres leguas para ir á oir la santa misa á Chipude, y si á esto se une que aquí no existen carreteras, ni caminos de herradura, sino malas veredas, y que hay que ir siempre subiendo por laderas, precipicios y cumbres escarpadas la distancia se duplica pudiendo muy bien decirse que hace imposible que estos vecinos cumplan no tan solo con el precepto de la misa, sino con ninguno de los que impone la Santa Iglesia. Únase también á esto que el niño recién nacido que se ha de bautizar se halla expuesto en verano á perecer ahogado por los calores excesivos que en estas islas se dejan sentir, y en invierno expuesto también á perecer por las lluvias y fríos que sufre el que tiene que pasar por cumbres y montes.

Tales son, Excmo. Sor. las poderosas razones que han impulsado á esa Corporación y demás que suscriben á llevar a V.E. la voz de sus necesidades pidiéndole que de lo consignado en el capítulo correspondiente al Culto del presupuesto del Ministerio de su digno cargo, se dé una subvención de 7.000 pesetas para la construcción de un pequeño templo que sirva de Ayuda de Parroquia, lo cual llenará de regocijo á los hijos de este pueblo, recibiendo V.E. las bendiciones nacidas de sus corazones agradecidos.

Este Ayuntamiento se compromete á invertir otras 7.000 pesetas en la construcción del edificio pues considera que haya bastante en el total de ambas cantidades; pudiendo V.E. pedir informe al Ilmo. Sor. Obispo de esta Diócesis de Tenerife, quien no dudamos lo dé á V.E. lo más satisfactorio á la verdad de nuestra dicha.

En atención a todo lo expuesto

Suplican á V.E. se digne acreedor á nuestra petición cuya gracia no dudamos alcanzar de la justicia y rectitud que informan los actos de V.E. y de la nobleza de sus sentimientos católicos.

Arure de la Gomera septiembre de 1880.

Excmo. Sor.

El Alcalde-Presidente: Salvador Damas.
El Teniente Alcalde: Francisco Correa.
El Regidor primero: Domingo Piñero.
El Regidor segundo: Manuel Damas.
El resto de los que firman: Ángel Negrín, Antonio Méndez, José Chinea Martín, Francisco Negrín, Manuel Dorta, Pastor Casanova, Manuel Trujillo, José Negrín, Agustín Rolo, Domingo Chinea Negrín.

 

La consecuencia llega algunos años después cuando en 1883 siendo párroco de Chipude, Antonio Rodríguez Acosta y mayordomo, Domingo Ramón Correa Rodríguez, se amplia la ermita y se le dota de algún mobiliario nuevo. No fueron grandes obras, pues sólo trabajan un peón, dos oficiales de albañil y un carpintero, demás de los eventuales que elaboran la cal, acarrean los materiales y tejan el techo. Estos materiales se adquieren también en la comarca (la cal en Arure y la teja en el mismo Valle).

En las cuentas de fábrica del 2 de febrero de 1883 encontramos un cuadernillo dedicado a esta ermita, éste es el único documento encontrado junto con otro de 1889.

Ermita de los Santos Reyes sobre 1900
Ermita de los Santos Reyes sobre 1900

A principios de febrero de 1883, siendo párroco de Chipude Don Antonio Rodríguez Acosta y mayordomo de la ermita Don Domingo Correa Rodríguez, se renueva la techumbre del templo. Para ello se habían comprado el quince de noviembre del año anterior (1 882) a Serafín Roldán, en Gran Rey, %n ciento de tejas» con un costo de 5’25 pesetas. Las obras fueron llevadas a cabo por dos oficiales de albañil y un peón. Los dos oficiales cobraron cada uno, 3’75 pesetas y el peón 1’25 pesetas; a esto hay que añadir una peseta y veinticinco céntimos que costó el sustento de la mano de obra. Se compró el seis de noviembre de 1882 a Francisco Rodríguez, de Arure, por orden de Antonio Negrín dos fanegas de cal por valor de un peso. Este material se utilizó para remedar y reforzar la fábrica que se encontraba bastante dañada.

Los operarios fueron los mismos que se encargaron del techo, desconocemos los honorarios percibidos, sólo sabemos como nota anecdótica, que se compró media de mil que costó 25 céntimos para brindar a los que trabajaban. De esta manera el templo quedaba asegurado por algunos años más. Aprovechando estos gastos se encargó a Ramón Chinea Morales, el 12 de febrero de 1883, que hiciera una escalera para la ermita que costó seis pesetas.

Finalmente, Antonio Padrón y Brito realizó una tabla con un enrejado que haría las funciones de confesionario; su precio he de 3’75 pesetas.

El 24 de octubre de 1889, ocupando la parroquia Antonio Padrón y Brito y continuando su mayordomía Domingo Ramón Correa, se trastejó la ermita, costando la obra 3’75 pesetas, se compró media fanegada de cal por valor de una peseta para enjalbelgar por dentro y por fuera los muros de la fábrica.

A principios de siglo la fábrica fue derribada y reconstruida en su totalidad

Sería en el año 1943, con Fray Albino González y Ménendez-Regiada, cuando se crearía la nueva parroquia de los Reyes[vii]. Arure seguiría adscrita a la de Nuestra Señora la Candelaria en Chipude.

Actualmente, su situación descentrada del actual núcleo urbano le ha hecho perder la categoría parroquial que pasó a la playa en un nuevo edificio.

Fachada actual de la ermita.
Fachada actual de la ermita.

La iglesia ha sido reconstruida en su totalidad, terciado este siglo, hoy sólo conserva dos piezas de su antiguo menaje: una tosca pila de agua labrada en piedra volcánica y el «retablito» de la Adoración que durante años presidió la ermita. Éste ha sido recientemente restaurado (año 2000)

En cuanto a la orfebrería, existen dos coronas, la de la Virgen y la del Niño Jesús, de plata repujada con falsa pedrería, obra del platero Cesar Fenndez Molina, año 1957. Una custodia de plata de línea moderna con esmaltes, del mismo autor, año 1963.

Actualmente, la antigua parroquia de Los Reyes, se ha dividido en dos:

Primero: la parroquia de los Santos Reyes. Se compone de una capilla dedicada a La Milagrosa, situada en el barrio de El Chorro en La Calera; una casa parroquial (en el mismo barrio); una iglesia parroquial con salón parroquial en El Caidero-La Calera; una ermita a San Pedro (situada en La Playa); una ermita a Ntra. Sra. del Carmen (en Vueltas). Incluye los barrios de Casa de la Seda, El Guro, las Piedras Quebradas, Los Reyes, Las Orijamas, La Calera, La Playa, Borbalán, La Puntilla y Vueltas.

Segunda: parroquia de San Antonio de Padua en Guadá. El patrimonio de la iglesia en Guadá consta de una iglesia parroquial de una nave con sacristía (de reciente construcción). Existía un vieja ermita, que ha sido demolida, dando paso a esta nueva iglesia, para ello se le cedió al ayuntamiento 1000 m2, que poseía el obispado, con el fin de la nueva construcción. Los barrios que componen esta parroquia son: Lomo del Balo, Los Descansaderos, La Vizcaina, El Hornillo, El Retamal, Lomo del Moral, Los Granados, Chelé y La Higuera del llano.

Va la niña a la ermita
va la niña a Los Reyes
Que la Virgen la ampare
Que ella le guíe.
Ten cuidado mi niña
no te extravíes.
La noche es oscura
y silenciosa
vete niña deprisa
no sea cosa…
 

La Virgen de Los Reyes
la protegió
¡Gracias a Dios!
Ilesa, ya regresó
Va la niña a la ermita[viii].

El retablo de la adoración de los Reyes

 

Cuadro de los Santos Reyes
Cuadro de los Santos Reyes

Sobre el retablo de la Adoración de los Reyes, Alberto Darías Príncipe comenta:

“El pequeño retablo es en realidad un lienzo de la Adoración de los Reyes[ix] arropado por un dosel de madera y sustentado por unas gradas. Es una deliciosa obra de carácter popular, remedo de las que treinta o cincuenta años antes se estaban haciendo en las principales localidades de la isla. Es pues una obra posiblemente ejecutada muy avanzado el siglo XVIII o tal vez en el cambio de siglo[x]. En su respaldo, nos da la clave de su conocimiento: el donante se nos revela gracias a una inscripción (dado por su deboción de esta Santa Imagen el capitán don Sergio Fernández)[xi]; aunque desgraciadamente, preparado para indicar la fecha, quedó vacío. Son los motivos ornamentales los que nos han permitido centrarlo desde el punto de vista cronológico: profusión de rocalla, quizá conocida en algunos retablos de la parroquia de la Asunción pero siempre con ese toque primitivo que lo caracteriza.

La obra está repleta de toda la simbología epifánica; estrella de Belén, corona real acompañada por tres coronas menores y la inscripción del Evangelio de San Lucas alusiva al tema vidimus stellam eiusim oriente et venimus adorare Dominum.[xii]

El lienzo confirma lo ya comentado, pero también nos remite a la iglesia de la Asunción. La colocación del drapeado muestra lejanas concomitancias con el maestro del altar del Pilar, lo que nos hace pensar que su autor conocía las pinturas de la iglesia matriz.

En el conjunto de la obra tenemos otro punto de referencia, el arte colonial americano. Por su disposición así como por algunos detalles del lienzo, el retablito evoca ciertos paralelismos con el arte popular mexicano (las pozas de ciertas iglesias).”

La obra es, en general, de factura popular. Tanto el lienzo como el retablito tienen una extraordinaria influencia mejicana. El primero, por los modelos tan repetidos en el siglo XVIII y el segundo, porque sigue en ciertos aspectos las formas de las posas mejicanas.

El lienzo, flanqueado por dos pilastras abalaustradas, doradas y pintadas, representa el momento en que los Magos adoran al pequeño Dios. El pintor tiene la curiosa característica de dar una gran preferencia a las líneas diagonales: la postura del Niño, la cabeza de la Virgen y San José, etc. Confirmando esa extraña predilección los pliegues de los vestidos colocados de igual manera a la figura anteriormente dicha. Los pliegues de los vestidos son extraordinariamente abombados.

La tradición oral, no acierta a precisar la época en que el cuadro llegó al pueblo, aunque coinciden los diferentes informantes en asignarle gran antigüedad al mismo, por lo menos de la época en que eran frecuentes las visitas de los piratas. En general casi todas las versiones coinciden en que el cuadro legó a Valle Gran Rey, como consecuencia de un trueque que hicieron los habitantes con un barco pirata, que vino a hacer una aguada. O sea que fue a cambio de agua. Unos dicen que fueron piratas ingleses, y otros que holandeses. La tradición afirma que en un principio los piratas no quisieron cumplir el trato y se hicieron a la mar pero no pudieron pasar de la Playa del Inglés[xiii], unos dicen que debido al temporal que se desató, otros que por la calma total que hizo que el barco no pudiese avanzar. El todo es que dieron media vuelta y decidieron cumplir lo pactado.

En un principio el cuadro fue llevado a Guadá, lo que pudo ser por dos motivos: bien por miedo a que lo piratas regresaran y se llevaran el cuadro o bien porque en ese tiempo, la escasa población se concentraba en la zona alta, estando la zona costera muy poco habitada.

Llama la atención de que el cuadro no fuese depositado en ermita alguna, sino en el lugar conocido como Cerco Rey. Habría que aclarar que el nombre de «Rey» no le viene por haber estado allí la virgen sino que ya venía de atrás. Algunos sostienen que era esa cueva un lugar de residencia «real» ya en épocas anteriores a la dominación castellana. Por miedo a perder el lienzo en alguna de las frecuentes crecidas del barranco y dado que la cueva de Cerco de Rey estaba cerca del mismo, se decidió trasladarlo de allí, en principio a una casa en El Hornillo, y luego a su actual ubicación.

PIRATAS EN VALLE GRAN REY

La tradición afirma que la llegada del lienzo de ‘La Adoración de Los Reyes» a Valle Gran Rey fue consecuencia de un trato con unos piratas. Y no es nada descabellada esta versión, no sólo porque la tradición oral así lo sostenga, sino porque hubo un tiempo en que las visitas de piratas a nuestras costas eran relativamente frecuentes. Veamos los que nos cuenta Gloria Díaz padilla: [xiv]

“Por otra parte, el peligro podía surgir en cualquier rincón de la isla que contase con una pequeña cala o desembocadura de barranco, y no había pocos precisamente, lo cual forzaba a una vigilancia permanente comunicándose inmediatamente la alarma al capitán de la compañía para encaminarse al lugar de la incursión. Y es que la mayoría de los barcos piratas se limitan a efectuar una razzia para aprovisionarse de agua o de víveres, o en el peor de los casos, atrapar a algunas personas por las que cobrar una cierta cantidad, mientras su interés preferente se centraba en el pillaje de embarcaciones de escasa envergadura que se dedicaban al trafico interinsular o practicaban la pesquería en el banco sahariano o el comercio con las islas atlánticas más cercanas. Un testimonio de la actuación de las milicias se contiene en una reclamación dirigida por el capitán de la compañía de Chipude, Domingo Trujillo Bencomo, al sargento mayor de La Gomera, en octubre de 1673. En su petición informaba que de que el domingo, 22 de ese mes, había llegado a las costas de Valle Gran Rey una lancha de moros (perteneciente al navío que había abordado al barco del capitán José de Padilla cuando venía de El Hierro) con objeto de hacer aguada. Se decidió entonces poner en práctica una añagaza: el alférez dispuso que dos milicianos se adelantasen hasta la orilla de la playa, lo que originó la persecución de los mismos por los invasores, que vieron una ocasión propicia para apresar a dos supuestos vecinos solitarios. Apenas se adentran, el resto de la compañía les sale al paso a los perseguidores, aprehendiendo la lancha y capturando a cinco de los ocho moros que habían saltado a tierra, pues los otros tres fueron muertos en lucha al oponer resistencia. Al parecer era costumbre acabar con la vida de todos los piratas, pues indicaba el capitán que dejaron con vida a los cinco porque la compañía había acordado previamente en promesa que si en una de las ocasiones de alarma en que se solía bajar a la marina cuando aparecían velas en las calmas del sector que les estaba asignado se capturaba alguna presa, se destinaría para ayuda de la iglesia de La Candelaria, que era muy pobre. Por otro lado, argumentaba también que era usual que el botín fuese propiedad del capitán y soldados de la compañía que intervenían en la acción, norma refrendada por el capitán general. Con ese motivo, se quería trasladar a Tenerife a dar parte a esa autoridad contando con la pertinente licencia del sargento mayor de la isla.”

 

«QUE BONITO CUANDO SALE LA HIJA DETRÁS DE LA MADRE»

Imágen de la Virgen de los Reyes
Imágen de la Virgen de los Reyes

La escultura de La Virgen de los Reyes es una copia de la de Sevilla, hecha en Valencia el año 1925. En el tiempo en que se puso en la iglesia, el poeta José Hernández recibió en Cuba una fotografía de la flamante y recién estrenada imagen de la virgen y le hizo esta cuarteta:

Recibí amigo estimado
su carta y en el momento
la abrí pero que contento
sus recuerdos me han dejado.
Mil gracias por su cuidado
por haberme complacido;
de eso vivo agradecido
viendo la imagen tan bella,
por ser distinguida estrella
de nuestro pueblo querido.

Se mece la fresca brisa
en una cinta colgante
a donde se ve flamante
dulces recuerdos de Elisa[xv].
Aunque el bardo lo analiza
no distingue el apellido;
el niño con su vestido
adorna la santa bella,
por ser distinguida estrella
de nuestro pueblo querido.

Para otra generación
dejaremos las memorias;
un templo lleno de gloria
que adorna la población;
una imagen que en razón
está muy bien construido.
El niño con su vestido
adorna la santa bella,
por ser distinguida estrella
de nuestro pueblo querido.

Ayúdame virgen santa
ya que mi mente se ahoga,
salud a Jaime Casanova[xvi]
y al poeta que te canta;
y con tu gracia santa
salud a aquel que ha querido
adornarte tu vestido
con cintas y flores bellas,
por ser distinguida estrella
de nuestro pueblo querido.

En la primera fiesta de Los Reyes que se celebró ya con la nueva imagen, decidieron sacarla primero, delante del cuadro. Según cuentan, nada más salir por la puerta, el tiempo cambió repentinamente, desatándose un temporal tremendo que obligó a los asistentes a buscar refugio dentro del templo. Al fin decidieron sacar primero el retablo y luego la imagen recién adquirida. Entonces descampó y el tiempo se puso bueno. Y se le cantó el pie romance:

«Qué bonito cuando sale
la hija detrás de la madre»

 

 


[i] Existe otra versión que dice:
«Santa Clara en Chijeré…»
Chijeré es un topónimo que se refiere a toda la banda, a partir de Teselinde, y no sólo el caserío. (Inf. facilitada por José Dámaso Perera).

[ii] El Archivo Parroquia1 de Chipude sufrió un incendio en este siglo. Algunas fuentes afirman que fue intencionado para hacer desaparecer documentos. Por otra parte, también fue expoliado por particulares que guardan documentos en sus casas.

[iii] No tenemos confirmación documenta1 para afirmarlo o rechazarlo, lo que si podemos asegurar es que desde comienzos del siglo XVI los condes de La Gomera tenían en este valle una importante hacienda, e modo que no sería extraño que estos señores o alguno de sus delegados hubieran construido una ermita.

[iv] Anteriores al siglo XVIII son muy escasas las descripciones de Valle Gran Rey, pero en un documento de toma de posesión, en 1567, se citan dentro de Valle Gran Rey las suertes de «Grabalán» (seguramente el actual Borbalán), La Calera y La Vizcáina, que parece eran las cultivadas en ese momento, pues la posesión afecta a otras tierras, aguas y montes que no se especifican. Es significativa la breve descripción de este caserío, que contaba con seis casas tejadas junto a molino e ingenio. Gloria Díaz Padilla (1990) pp. 159-160.

[v] Hasta comienzos de1 siglo XIX (1818) permaneció unificada la diócesis Canariense. En esa fecha se fragmentó, uniéndose La Gomera y El Hierro con Tenerife y La Palma para formar otra diócesis que se denominó Nivariense o de Tenerife, con sede en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna en la iglesia de Los Remedios.

[vi] Suponemos que se trataría de edifícar un templo en mejores condiciones. El lugar elegido será junto a la antigua ermita que debía ser muy pobre. La tradición afirma que existía un cementerio en esos terrenos. Incluso en la ermita se negó a enterrar a personas de la clase de ‘los ricos’ del valle.

[vii] Se crearían también las parroquias de Santiago, San Bartolomé en Alojera y Santo Domingo de Guzmán en Hermigua. Todas ellas, menos la última provenían de ermitas.

[viii] Celia Askanova.

[ix] Antes de su restauración en el año 2000 en el que se le añadió dos soportes delanteros un observador comentaba: «Este se encuentra hoy, afortunadamente, sin cambio alguno respecto a su primitivo estado. La obra ostenta de forma de dosel. En su parte superior se coloca un gran remate frontal en el que aparece decoración de tipo rococó bastante imperfecta. El fondo, donde está colocado el cuadro tiene, su parte posterior profusamente decorada; encerrada dentro de una cartela formada por rocalla y cerrada en su parte superior por una voluminosa corona real española, se encuentra la estrella de los Reyes Magos que derrama sus haces de luz sobre tres coronas, debajo una inscripción en latín (…)».

[x] No puede ser de principios del siglo XIX porque ya aparece reseñado en la descripción de 1774. Por el tipo de decoración utilizada, la obra tuvo tal vez fue hecha en el último tercio del siglo XVIII, aunque si esto fuera así resulta extraño que en la descripción de 1774 no se nos hable de sus orígenes.

[xi] Habría que comprobar si la inscripción figura en el retablo o en el lienzo. Es importante porque la tradición afirma que lo primero que llegue a Valle Gran Rey, fue el lienzo y que el retablo es posterior. Podría ser que el tal Sergio Fernández quizá emparentado con los Fernández Prieto y Salazar, grandes propietarios de tierras en la zona o que hubiera donado fuese el retablo solamente.

[xii] Un poco más abajo escrita la palabra «Año» pero, desgraciadamente, nunca se llegó a colocar la fecha.

[xiii] En la tradición popular siempre se ha hablado de tesoros escondidos por piratas en la Playa del Inglés. Puede que por el hecho de que las corrientes llevan hasta esa playa los restos de los naufragios producidos en los alrededores. Respecto al topónimo «Playa del Inglés» no es tan reciente como parece. Ya en la descripción de 1774 aparece reseñado. Una hipótesis curiosa sobre el significado de este topónimo -que se repite en varios lugares de Canarias – es que deriva de «inglé» que en dialectos bereberes significa «lugar con dunas». Curioso ¿no?

[xiv] Díaz Padilla, Gloría y Rodríguez Yanes, Josd Miguel: «El señorío en las Canarias Occidentales» p. 525.

[xv] Se refiere a que la imagen de la Virgen tenía cintas colgadas con nombres a modo de ofrendas.

[xvi]La carta con la foto de la imagen se la había enviado Jaime Casanova.
 

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