1892 La Danza de los Enanos en Santa Cruz de Tenerife
Cuando en los carteles anunciadores de las últimas fiestas de mayo, entre otros espectáculos se leía «Danza de enanos,» la mayor parte que la desconocían estaban muy lejos de esperar en ella una sorpresa tan verdaderamente deliciosa.
Llegó su día y en el teatro principal, hizo su presentación el mascarón; como llaman á ese gigante enano que por todos conceptos es digno de estudio.
Su monstruosa proporción, hábilmente armonizada,hace reir al más pintado.
La careta, cuya espresión no copia el dibujo anterior, es á mi juicio una obra de arte. Se encuentran en ella mezcladas, la sonrisa picaresca del viejo verde, con cierta gravedad que la dan los años ó la posición; algo que se impone ó que domina con las armas de la hipocresía.
Es en general el mascarón, un viejo atento que tiene por manía el saludar, dejando traslucir en sus modales la distinción del gran mundo. Baila con agilidad no exagerada, quizá para evitar que le ocurra lo que al D. Severo de la Zarzuela.
Porqué la plebe, los otros enanos más pequeños, obedecen al compás, pero se advierte en sus ademanes algo libres, que si perdiese la gravedad el bastonero, no bailarían al son que les tocasen.
Y va de conjeturas; en el mascarón como en su séquito danzante, encuentro algo extraño que no es el mero propósito de provocar la risa con sus irrisorias actitudes. Imagino ver en ellos la sátira dirigida al magnate y buscada tanto en la gigantesca proporción del mascarón, con relación á sus imitadores, como en cuanto se relaciona con lo moral y lo político.
El uno grande; los otros pequeños. Inicia el primero la danza y los chicos que desempeñan el papel de autómatas, déjanse llevar de la inspiración del poder y para engrandecerse tratan de imitar cuanto pueden al objeto de sus aspiraciones, convirtiéndose en objeto de mofa para engrandecer la figura del poderoso.
Esta conjetura ha dado lugar á que me pregunte:
—¿No podrá ser que esta danza, en lejanos tiempos llenare la indicación del ridículo hacia determinado sujeto?
Y de cierto modo responde á mi pregunta la cara poco vulgar del gigante, pues, más que un adefesio fabricado al acaso, es un retrato de cuyo parecido no se duda.
Poco se sabe del origen de estos enanos y entre los datos que hemos podido proporcionarnos se encuentran, que el Beneficiado Sr. Diaz fué el autor de las primeras caretas.
Que las actuales son hechas por D. Aureliano Carmona.
Que desde 1676 acompañan á la comitiva de Ntra. Sra. de las Nieves, cada cinco años que se verifica la fiesta, cuatro gigantes y un enano (el mascarón).
Y por último que antes salían también en las procesiones del Corpus.
El distinguido poeta Palmense D. Antonio Rodríguez López á quien se le deben los anteriores datos cree que estos gigantes simbolizan los vicios y que sin duda ese simbolismo esa misma comparsa,que anuncia la bajada de la virgen significa que los vicios del paganismo y más bien de la humanidad han sido vencidos y acatan el cristianismo ó la redención, en las manifestaciones del culto católico.
Este simbolismo destruye un tanto el criterio que del mascarón habíamos formado; pero si es cierto que los símbolos son los atributos que se refieren á lo místico á lo moral y al dogma, también lo es que los antiguos de quien hemos aprendido el arte de simbolizar, con un mismo atributo simbolizaban dos ó más cosas. Por ejemplo, se dá por atributo á la cólera un león y el mismo animal es el de la Generosidad y la Clemencia. Cuando furioso, la cólera y le pintan dulce y manso cuando le han querido hacer atributo de la Clemencia y la Generosidad, suponiéndole, una grandeza de alma que puede ser comparada con las cualidades buenas del corazón humano.
Por lo tanto el mascarón y los gigantes bien pueden simbolizar el arrepentimiento de los vicios y haber sido la divisa satírica á cierto personaje, aceptando que la divisa pueda componerse de una estraña imagen que de lugar á una comparación justa.
Pero de cualquier modo, sea cual fuese su orígen y aplicación, es muy original. Las caretas, los trajes, la música, todo contribuye á un efecto agradable.
Es un espectáculo que no consigue saciar la curiosidad del público y lo demuestra que este teatro de Santa Cruz en las distintas representaciones de la danza ha obtenido llenos asombrosos, llegando al estremo de ocupar el pasillo central del patio con sillas traídas de las casas.
Más aún; terminado la primera noche este espectáculo que en otras tres se repitió, salieron los enanos á bailar en las plazas y calles escogiendo entre otros sitios el centro de la Plaza de la Constitución donde la blanca luz eléctrica hacía dudar si era de noche. Con dificultad se hicieron calle ante la multitud, que les rodeaba, y, de mí se decir, que sin pretenderlo me arrolló aquel oleaje humano; y sin dar un paso recorrí gran trecho de la plaza perdiendo en la refriega el bastón y casi el sombrero y, restablecida la calma tuve el gusto de reconocer en los regocijados espectadores gran parte del público que llenó el teatro.
Los organizadores y D. Benigno Ramos que la dirigió, pueden estar satisfechos por la aceptación que obtuvo la danza, siendo indudable que Santa Cruz de Tenerife debe á su hermana la isla de la Palma una parte esencial en el inesperado éxito de sus fiestas.
UBALDO A. BORDANOVA