La ermita de Gracia a través del tiempo
Es, sin lugar a dudas, la gran olvidada del patrimonio insular, aunque es uno de los templos que atesoran una mayor historia de los de La Laguna. Alejada del centro histórico de la ciudad, no ha merecido la atención de las autoridades hasta fecha muy tardía cuando fue reconocida con la categoría de Bien de Interes Cultural en el año 2003.
Situada en el camino que desde Santa Cruz conducía a la antigua capital de la isla, la ermita de Gracia fue, si creemos al historiador Núñez de la Peña, la primera iglesia que se hizo de piedra en Tenerife. Fue construida en un promontorio natural donde, según fuentes de la conquista, se emplazó el campamento de las tropas de Alonso Fernández de Lugo durante su segunda entrada en la isla en 1494, en las fechas previas a la batalla de La Laguna. Cuentan las mismas fuentes que el lugar y la advocación mariana fueron elegidos como señal de agradecimiento del conquistador por la victoria sobre los guanches.
La profesora Mª Jesús Riquelme en su obra de 1982 dedicada a algunas ermitas de La Laguna la describe así: “rodeada por una plaza, protegida ésta y el recinto de la ermita por el típico muro almenado (…). También se encontraba en dicha plaza un pozo que servía de reclamo a los caminantes que pasaban por el lugar. La ermita se conservaba libre de todo tipo de construcciones que impidieran ver su estructura externa. De blancos muros, techumbre típica de tejas rojas, campanario y capilla cuadrada, rematada en su cabecera por un balcón canario que comunicaba con el camarín de la Virgen”
Poco queda hoy en día de aquel edificio que describieron insignes visitantes como Berthelot o Coquet . Como escribió en su día Adrián Alemán, ellos vieron “la imagen que el santuario dejó de dar cuando se le envolvió en esos horrendos edificios de dudosa arquitectura» En 1541 se trajo desde Flandes una hermosa talla de la Virgen que desde los primeros momentos fue objeto de gran devoción, por lo que en muchas ocasiones fue llevada en procesión a la ciudad de La Laguna en tiempo de epidemias, sequías u otros desastres, pues se la consideraba muy milagrosa.
Es un edificio del que conservamos imágenes muy tempranas, tanto pictóricas como fotográficas, lo que nos permite hacer un paseo por su evolución histórica y así percatarnos de lo que nunca debió dejar de ser. Veamos algunos ejemplos:
La primera de las imágenes es un óleo de autor anónimo que se conserva en la ermita y que nos permite conocer cómo era su entorno con las casas que la rodeaban hacia mediados de siglo XVIII. Formaba parte de un conjunto de diez cuadros, de los que se conservan cuatro, y en él se refiere el milagro obrado por la Virgen de Gracia con ocasión de una epidemia de peste en 1752-53. En la escena representada aparecen tres campesinos de perfil y de rodillas, ante un paisaje en el que aparece la ermita encalada de blanco y techada por tejas rojizas. Presidiéndolo todo aparece la Virgen en el cielo. Es la primera imagen que tenemos de la ermita y en ella podemos apreciar un sencillo edificio de una sola nave rodeado de algunas humildes casas campesinas.
La siguiente imagen es un grabado de la serie que se realizó a partir de los dibujos que hizo el inglés J.J. Williams para la obra Misceláneas Canarias, de Sabino Berthelot y Phillip Parker-Webb, que nos da un retrato fiel de la isla en aquellos años de finales del primer tercio del siglo XIX. En el dibujo aparece, tras la casa de los Estévanez que vemos en primer plano, la ermita que ya muestra su airoso campanario y que todavía conserva la balconada en la cabecera y una sacristía octogonal que no está documentada en los textos.
De finales del siglo XIX o principios del XX debe de ser esta hermosa e inédita, creemos, fotografía de la pequeña iglesia de Gracia propiedad de Florencio Real Hardisson, hijo de Clemencia Hardisson, una mujer canaria que todavía no ha recibido el tributo que se merece por parte de sus conciudadanos y que vivió en el camino de La Hornera, muy cerca de la ermita.
La foto debe haber sido tomada desde ese mismo camino, a la altura de lo que hoy es la trasera del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC). En ella, tras un grupo de seis campesinos, se nos aparece el templo en una vista inusual que nos permite apreciar el campanario, el balcón canario con todo su esplendor y el muro almenado que la rodeaba.
Algunos años después el magnífico dibujante, poeta y humorista Diego Crosa “Crosita”, asiduo participante de las tertulias que tenían lugar en la plaza de la ermita y en la vecina casa de los Estébanez, hace un dibujo a plumilla en el que podemos admirar la balconada de estilo canario que cerraba la cabecera de la iglesia. En primer plano unas pequeñas casas de labranza nos hablan del pasado eminentemente agrícola de la zona, hoy desaparecido por el desarrollo urbano del barrio de Gracia.
En los años veinte el pintor y escultor Francisco Borges Salas pinta un curioso cuadro en el que representa unas dependencias de una casa en las que aparece en el suelo, en primer plano, otra pintura en la que se ve el conjunto arquitectónico del lugar de Gracia, compuesto por la ermita y la casa de los Estévanez, en la que residía el autor, pues había contraído matrimonio con la hija de Patricio Estévanez Murphy, uno de los descendientes de los antiguos propietarios de la finca.
En ese cuadro, propiedad de los herederos del pintor, se representa a si mismo de espaldas pintando acompañado de algunos miembros de su familia entre los que distinguimos a su esposa Cristina y a su suegro. Para pintar este cuadro Borges Salas se inspira en una fotografía algo más antigua de la zona en la que vemos nuestra ermita en una vista lateral tomada desde la orilla derecha del barranco del Gomero, muy próximo a la casa de los Estébanez. El original de esta fotografía aparece con una cuadricula realizada por el pintor para después hacer el cuadro.
De los años cuarenta debe ser la magnífica acuarela del pintor Francisco Bonnín, que pertenece a la colección del Cabildo de Tenerife, en la que con la luminosidad que acostumbraba a dar a sus obras quien ha sido sin dudar el mejor acuarelista de Canarias, se nos representa una imagen de Gracia en la que, tras unas pequeñas casas rodeadas de flores, aparecen la fachada, el campanario y parte de la sacristía.
Sin embargo, todo esto empezó a cambiar desde que en 1926 las religiosas oblatas del Santísimo Redentor recibieron la iglesia de manos del obispo Fray Albino, para servir de capilla para su instituto. A partir de ese momento comenzó la construcción de una serie de edificios para albergar a la comunidad y a las internas, lo que dio lugar a la supresión del balcón canario tan característico de la antigua ermita, del que nada queda, y que sólo se puede apreciar en los cuadros y grabados antiguos.
Las obras continuaron a través de los años culminándose con la construcción de un gran edificio que hoy en día permanece abandonado y en unas condiciones lamentables. La comunidad, además, cerró el acceso al recinto a los vecinos de la zona, por lo que fue perdiendo su integración en el barrio. Las fotografías de hoy en día presentan un panorama desolador con la vieja ermita cercada de horribles construcciones y vallas publicitarias, como se puede ver en la fotografía aérea que acompañamos.
No obstante, en los últimos años ha surgido un movimiento importante a favor de la recuperación de la ermita. A este movimiento se han sumado con entusiasmo no sólo los vecinos sino también el profesorado y alumnado del vecino IES Domingo Pérez Minik que desde hace unos años abogan por que la iglesia recupere su papel de antaño. Fruto de esta lucha ha sido el desplazamiento de las vallas publicitarias de tal forma que desde hace poco tiempo se puede apreciar la belleza de este, por muchos, desconocido templo.