Domingo J. Manrique
Fué el más florido rosal…
todo aroma y poesía.
Qué bien su verbo decía,
humano y espiritual.
Su trato, siempre cordial,
tomó del Sol la alegría,
y una ilusión cada día
dejaba en un madrigal.
Sencillo, tierno, inspirado,
su patria-cuna cantó
el poeta malogrado
que lejos de ella murió.
«¡Manrique el enamorado,
el del sublime «Arrorró»!
VEREMUNDO PERERA. 1 de abril de 1935.