San Telmo es un si lugar.
Marc Augé escribe:
«Para que la identidad personal y social pueda formarse, es necesario que exista una relación de interdependencia equilibrada entre memoria y olvido. Vamos siendo (y cambiando esa identidad) en función de la relación más o menos profunda que mantenemos con la realidad, con los otros, con las cosas que vamos haciendo nuestras y perdiendo alternativamente.
Un no-lugar es un espacio en el que reina el olvido porque lo transitamos en condiciones de rutina y automatismo, sin que realmente nos influya. Conocemos el no lugar, pero tendemos a olvidar lo que decimos, lo que hacemos, lo que vivimos en él y nos resulta difícil recordar rostros a los que no podemos poner nombre. Los contactos anónimos rara vez forman recuerdo. Un no lugar está marcado por la brevedad del tiempo y porque estamos siempre llegando o yéndonos de él. No echamos raíz (memoria, identidad, apego).»
Y nosotros añadimos:
«San Telmo nunca será un no-lugar, no dejaremos que se convierta en algo rutinario y anodino, igual a cualquier otro paseo, sin identidad propia ni elementos diferenciadores. Siempre será el lugar de nuestro primer baño, de nuestro escarceo amoroso pegado a los riscos de debajo de las escaleras, de nuestras aguavivas y erizos, y sus picaduras. De nuestro ¡¡AL AGUA!! el día de tú cumpleaños.
San Telmo no es una playa, y unos charcos, son las tardes jugando al escondite, y a la cogida, llegando a casa con los zapatos y los bajos del pantalón mojados.
Son las tardes viendo batir las olas en el reboso del lado del charco de los perros, enguirrado en el risco que asoma al final del pasillo de cemento, en las que salías mojado hasta las rodillas porque la marea subió, y ni la viste.
Es el pejeverde pescado en el laguito, con la caña, la tanza y el anzuelo, y los erizos a montones detrás de la roca del charco de los Espadartes.
Los buches de agua tragados en el reboso de la punta, que si no te sacan la cascas.
Es la prueba de valentía de ir nadando a la Cebada y volver, como primer rito de iniciación.
La de ir nadando a la trinchera y tirarte del Camello, como segundo rito de iniciación y tirarte porque no encontraste la forma de bajar, no por valentía.
Es la diferencia en este pueblo polarizado, hasta en el mismo San Telmo estaban los de los callaos, los de las duchas, los del laguito, los de los Espadartes, los de la Punta, y los que nadaban fuera, cada uno constituyendo un grupo diferenciado, enfrentado al otro por el convencimiento de que su «zona de baño» era mejor que la del otro.
Ahora los de San Telmo, hemos olvidado las diferencias, y tenemos que unirnos a los de Martiánez, los del Muelle, los del Charcón, los de Punta Brava y la Barranquera, para defender lo que es de todos, para todos, y no dejar que nos hagan otra Placeta.»
¡SALVEMOS SAN TELMO!
muy bien escrito y muy bien secuenciado.
Muchas gracias Salvador, es un placer que nos leas.