El padre Pimienta.

Era el P. Pimienta uno de los religiosos agustinos que surgieron en Canarias de grandes facultades, no sólo como escritor, genealogista y hasta poeta; esta última y privilegiada modalidad llegó a ser temido y por aquello de haberle endilgado a los Sres. de Alta Alcurnia de la Villa de la Orotava aquellos versos que tanto harían y levantarían llagas de:

«Son de la Orotava
sus habitadores
unos, señorías,
y otros, son señores,
pobres, con haciendas,
en proezas, godos,
todos, son parientes
y pelados todos.»

Pero, se dice, comenta, que habiendo llegado las protestas contra él, por haberse dado por ofendidos algunos, las admitió, el Reverendo Padre Prior de dicho Convento, (guarida de aristócratas, los más de ellos, que apenas sabían casi deletrear el Catón), Fray José Díaz, le llamó a su celda y severamente le intimó a que se inspirase e hiciese otros que dejaran bien parados a los protestantes orotavenses.

Y parece que no puso inconveniente alguno, cuando un día, – día de la festividad de su fundador y patrono -, aparecieron en una cartelera, claveteada en una de las hojas de la puerta principal de la entrada de la Nave Mayor del monasterio, esto que sigue y que dice, pintadas con letras grandes para mejor manera de leerlas o deletrearlas:

«¡Señores y Señoras
que poco sabeis leer!
decis que mi musa un día
¿os ofendió sin querer?
pues bien; bueno sería
perdón pedir y obtener
si lo dais, yo dejaría
de hablar, lo que es menester»

Cuentan que los ofendidos, se tragaron el paquete, el Prior con su entendederas, se lo tragó también. No queda la menor duda que este fraile era temible. Más grande lo es, que no se sepa, o no haya llegado al menos algo más de lo que aquí dejo consignado, pues este renombrado Padre Pimienta, fue, además de los cargos que desempeñó dentro de la orden, inseparable compañero del M.R.P. Fray Agustín Alfonso de Silva y Abreu que pertenecía a la propia Orden y era Procurador General de su provincia, residente en el Colegio del Espíritu Santo de la Ciudad de La Laguna de Tenerife en el años del Señor de 1743, autor de un libro que permanece inédito sobre las genealogías mandadas a hacer en dicho año que contiene informaciones de estirpe para probar la calidad, limpieza de sangre de Don Francisco y don Lázaro Hernández Perera de Andrate, naturales del pueblo de Sauzal en dicha isla de Teneriffe una de las Canarias; con sus correspondientes Escudos de Armas: de Perera, Emparán, Llerena, Anchieta, San Martín, Bethencourt y Cabrera.

Esta pieza de poligrafía y miniatura española, se conserva en Venezuela, hallándose en poder, en Caracas, de uno de los descendietnes de Don Lázaro, hoy, el Sr. Ambrosio Perera Meléndez de la facultad de Medicina y Cirugía, Directo de la Academia Nacional de la Historia, Representante en la ciudad de San Pablo de la República del Brasil, de la de los E.E.U.U. de Venezuela, etc.,

Y añaden más de las ocurrencias y caracter de este denodado hijo de San Agustín.

Parece ser que desde la Península española habia llegado a la Ciudad de Las Palmas de la Isla de Gran Canaria cierto fraile franciscano con la orden de sus superiores, pues parece procedía de Cádiz y presentado al Sr. Obispo y mostrados sus papeles correpondientes este le concedió a fuerza de ruegos ir por los pueblos y aldeas del Archipiélago (según decía el «Voy a evangelizar las almas insulares, que son muchas, las que necesitan del parto espiritual», y efectivamente, anduvo la Seca y la Meca predicando, diciendo misas y otros sacramentos, tales como confesar en masa y comulgar en privado, sobre todo a las beatas y desocupadas de sus hogares y misiones domésticas pero, aunque tarde, y después de concluir su tarea por Lanzarote, Fuerteventura, Gomera, y Hierro, marchó a La Palma y durante su estancia en Tijarafe hizo de las suyas cometiendo actos impropios de sacerdote y hombre.

De él se dice, se cuentan cosas non santas que la pluma se resiste a estamparlas aquí.

Dada por terminada la evangelización en aquella isla fue a esta de Tenerife comenzando su tarea en las Monjas Claras y alla fue nuestro P. Pimienta, le oyó y le endilgo la siguiente:

— Décima —
Un frayle que a manos llenas
con sermones y con misas
hace a cientos las camisas
y las bragas a montones
que no respeta al Prelado
habla mal del Magistrado
y al pueblo llama inculto
con gritos desaforados;
ese, es un frayle de bulto
libertino o deprabado.

Todas estas ocurrencias bien pronto tomaron carácter popular, pero habiéndosele nombrado «ilegible» el Convento donde moraba y en el que profesó en 21 de Enero de 1732 y en el que dio prueba de ser un notable agustino en uno de sus mejores años, la Congregación quiso festejarle en el día de su fiesta onomástica y sabedores que su sobrino y tocayo había venido de Granada con el grado de licenciado en leyes, le franquearon recado a La Laguna para que asistiera al acto de homenaje y efectivamente este aceptó y al terminarse, el anfitrión rogó al que creyó ser superior en conocimientos entre los comensales y efectuó a este requerimiento a dirigir la palabra.

El joven Manuel, que así se llamaba, alzó la mano a su frente e hizo la señal de la cruz, antes de comenzar su peroración y luego habló sobre el derecho Canónico en mucha profundidad, comparado con el derecho «romano» de las leyes de justicia, etc., etc.

Todos le aplaudieron, le dieron la enhorabuena, pero su tío, el P. Pimienta permanecía en silencio, no hablaba palabra alguna.

Visto esto por su sobrino se le acercó a su vera y preguntándole que le ocurría, que le pasaba, el fraile, ante los que le aplaudían le dijo en verso:

«Sobrino, mi sobrino
que tanto has alegado
te doy la palma y el vito
y un aletín de pescado
¿A ti te agrada muy frito?
¿O los prefieres asado?
porque «ilegible» un cabrito
a lo cristiano es pagado
arrogante, te repito
sobrino, mi sobrinito
que tanto has alegado
calla por Dios, yo te invito
para que pases al prado
y si tienes apetito
come yerbas ¡animalito!
¡avichucho, mal allegado!»

El Licenciado D. Manuel Pimienta de Oropesa al oir los versos de su tío, tomo la puerta de Calle, salió, montó en su alazán y se dice no volvió jamás durante su vida a hablarle a su tío, a su verdadero tío, al que le creyó ser un tío y tanto que con la prisa dejó en el convento un capote al que echó de menos en La Laguna.

Su tío se lo remitió pero en uno de los bolsillos le introdujo un papelito escrito de su puño y letra que decía:

Ahí te va tu capote
Monigote
ahí te va tu gabán
Sacristán
abur, adios gran Garrote
¡por satán!
abur, adios perillan
charlatán…

De un manuscrito de puño y letra de Francisco Pedro Montes de Oca y García, depositado en la ULL, en el Fondo Montes de Oca sin signatura.

Información aportada por José Tristán Pimienta

Don Pedro García Pimienta y Mendieta, casado con doña Dorotea Martínez Sánchez, en la Concepción de la Orotava el 5 de Enero de 1701, padres de:

1. Don José García Pimienta.

2. El reverendo Padre Fray Manuel Pimienta, Provincial de la Orden de San Agustín

3. Don Antonio García Pimienta, casado con Doña Isabel de Oropesa y Villalba, padres de:

  • Licenciado Don Manuel Ximenez Pimienta y Oropesa, Auditor de Guerra, Síndico Personero general de Tenerife y su alcalde Mayor, casado con Doña Bárbara de Espinosa y Rodríguez, en la Concepción de la Orotava, el 5 de septiembre de 1768, sin descendencia.

Firma de Manuel Pimienta de Oropesa
Firma de Manuel Pimienta de Oropesa. Fuente: RSEAPT.

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