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MEMORIA DEL VIAJE DE S.M. ALFONSO XIII A CANARIAS

Visita de Alfonos XIII a Canarias
Visita de Alfonos XIII a Canarias

PRESIDENCIA DEL CONSEJO DE MINISTROS

REAL ORDEN

Excmo. Sr.: Dada cuenta por V. E. en Consejo de Ministros de la Memoria que ha redactado con motivo del viaje de S.M. el REY las islas Canarias, el Consejo, á fin de dar á dicho documento la publicidad necesaria, y con ella satisfacción á las aspiraciones de aquellos leales habitantes, ha acordado su publicación íntegra en la GACETA DE MADRID y su remisión á todos los Centros para que, sin pérdida de tiempo, se preparen las medidas que pongan remedio á los males que en ella se señalan y á las deficiencias que existen en los diferentes servicios.
De Real orden lo digo á V.E.: para su conocimiento y demás efectos. Dios guarda á V. E. muchos años. Madrid 16 de Abril de 1906.
SEGISMUNDO MORET
Sr. Ministro de la Gobernación.

 

AL CONSEJO DE MINISTROS

Terminado el viaje de S. M. el Rey á Canarias, altos deberes de gobierno y exigencias de justicia que corresponden á la lealtad de las islas, imponen el estudio de la situación en que se encuentra el Archipiélago, como medio el más seguro de preparar las soluciones que demandan múltiples sus necesidades.

Acto tan importante como la presencia en aquel territorio de un Monarca español, por primera vez después de cuatro siglos que cuenta su conquista y nacionalización, no puede menos de entrañar consecuencias transcendentales para el Gobierno, administración y progreso de aquellas preciados territorios, Escala de todas las líneas de navegación á América y al África, base del tráfico del Océano Atlántico, llave precisa para nuestra influencia en el imperio de Marruecos. Nadie lo ignora en la Península pero causas de todos conocimientos han impedido prestar á la administración de aquellas islas la atención que requieren y á que tienen indudable derecho.

Los Ministros de la Guerra y de Marina han tenida ocasión de examinar el estado en que se encuentran sus defensas militares y las complicaciones á que pudiera dar origen la carencia de puertos y desembarcaderos, allí donde los buques de guerra han de encontrar natural seguro y protección completa. También han tenido ocasión de ver una vez más las cuestiones que se relacionan con la industria pesquera, una de las que tienen mayor porvenir en aquellos mares. A dichos Ministros tocará presentar al Consejo las resoluciones oportunas, correspondiendo al de la Gobernación, que suscriba, la enumeración y clasificación de las aspiraciones de aquellos leales habitantes, ampliamente formuladas y cuya resumen es de un gran interés en los momentos actuales.

Comunicación de las islas entre si y del Archipiélago con la Península.

La comunicación fácil y frecuente con la Península es la condición esencial de toda forma de progreso y mejora que haya de llevarse al Archipiélago, siendo por si sola causa poderosa para corregir muchos de los defectos que hoy existen y suplir algunas de las deficiencias que en nuestra Administración se notan, pareciendo innecesario encarecer que las dificultades que ya crea la distancia se agigantan si á ellas sigue el aislamiento, y en este punto son fundadísimas las reclamaciones de aquellos habitantes. Cuatro correos seguros y, a lo sumo, seis al mes, no muy escalonados y sirviendo alternativamente las islas principales, son medios insuficientes para las relaciones con la Península, pero no son mejores las comunicaciones interinsulares, confiadas á barcos pequeños en mares agitados, habiendo de arribar a ensenadas poco seguras y luchar en condiciones desfavorables con los peligros que ofrecen los canales y que ocasionan los temporales dominantes en toda aquella región. Por otra parte, los dos puertos de Tenerife y de La Luz, son visitados por las líneas de navegación más importantes de Europa y a ellos llegan con frecuencia, no solo los barcos mercantes, sino también las escuadras extranjeras, formando contraste esta frecuente relación entre aquellas islas y otros países, con la pobreza y atraso de las relaciones marítimas con la madre Patria. Semejante estado no sólo influye perjudicialmente en los intereses materiales, sino que engendra un sensible aislamiento en el orden moral que no ha producido aun todos los daños que son su consecuencia legítima, gracias al intenso sentimiento patrio y á la inapreciable adhesión con que los habitantes de las islas Canarias se sienten unidos al resto de España.

El mismo que todos estos males señala se apresura á indicar su remedio haciendo más frecuente y en barcos de mejores condiciones las comunicaciones periódicas con la Península y la posibilidad, con poco aumento de gastos, de valerse de todos los vapores dispuestos á hacer el servicio de correos, cualquiera que sea su pabellón, con tal que salgan de alguno de los puertos de la Península. De este modo se evitaría el extraño contraste que ofrece la prontitud con que conocen los españoles de Canarias los sucesos del extranjero y el retraso con que tienen noticia de los acontecimientos más importantes ocurridos en la madre Patria.

Y si esto se dice de la comunicación marítima, la misma censura es aplicable a la telegráfica. Sólo hay un cable nacional, frecuentemente averiado è inutilizado para el servicio, como lo ha estado precisamente durante la visita del Rey y de los Ministros a Canarias. La necesidad de tener dos cables y de unir el polígono que forman las siete islas de manera que la comunicación sea constante, está por todos reconocida. En cuanto á la comunicación telegráfica entre las islas, de cualquier manera que se haga satisfará los anhelos de sus habitantes y permitirá atender mejor a su administración. Y cabe la esperanza, según las indicaciones allí recogidas, de que tampoco el gasto sea enorme ni pequen por lentitud los trabajos para la instalación.

Organización administrativa y asuntos de gobernación.

La primera observación de cuantos viven en las islas, cuando de estas materias se trata, es la de extrañarse de la forma administrativa, aplicada á un grupo de islas donde ni la centralización es posible ni el sistema con que se gobiernan pedazos de territorio unidos entre si tiene aplicación posible. La gran distancia de la Península hace más temibles aun los daños del expedienteo, de los cuales se recogen impresiones y se coleccionan datos, por extremo curiosos, oyendo a administradores y administrados. El extravío de un papel, la equivocación de un trámite, el error en una fecha, todo eso, yendo y viniendo a la capital del Reino con la forma del expediente y con la lentitud en las comunicaciones, lleva a la paralización completa de la vida administrativa.

Todas las indicaciones que en este punto ha escuchado o leído el Ministro que suscribe, coinciden en la necesidad de cambiar radicalmente el régimen, de descentralizar la Administración pública en Canarias, de poner á su frente una Autoridad rodeada del mayor prestigio y con facultades bastantes para resolver por si las cuestiones, sin perjuicio de la apelación al Poder central, en la forma y de la manera más sencilla. Algunas personas, y de las más capacitadas, han pensado con este motivo en la división del Archipiélago, formando un grupo con la Gran Canaria y las islas orientales, y otro con las de Tenerife, La Palma, Hierro y Gomera. Pero sin examinar aquí, porque no es este el objeto de la Memoria, lo que puede haber de aceptable o de perjudicial en esta idea, conviene dejarla consignada para someterla á estudio del Gobierno.

Más sentida es la necesidad y conveniencia, á todas horas oídas y por toda clase de argumentos demostradas, de que el personal de la Administración pública de Canarias sea elegido entre los mejores funcionarios y retribuido en proporción a la importancia de la misión que le esté confiada, de modo que se considere como un premio y no como un castigo el servir en aquellas islas, de las cuales debería volverse siempre, no sólo con la recompensa del servicio prestado, sino con el legítimo orgullo que da la patente de honradez.

Descendiendo ya á la organización de los servicios y a la manera de cumplirlos, es general el deseo de la creación de un tercio especial de la Guardia civil, tan escasa hoy, que en alguna isla hay tan sólo un cabo y cuatro individuos y en otra cinco y un sargento. A no ser tan noble la naturaleza de sus habitantes y tan leal, honrado y pacífico su carácter, hubiera sido imposible conservar el orden público en estas condiciones, no pudiendo acudirse al sistema de las concentraciones, ni dotar al archipiélago de un número tan grande de guardias civiles que fuese incompatible con las cifras de un presupuesto nivelado. La reforma que en esta materia puede introducirse no es para improvisada, pero seguramente será beneficiosa en extremo y aplaudida por sus habitantes.

Y no hay para qué decir que la cuestión electoral ofrece condiciones análogas â las de la seguridad y garantía del orden, por la índole de aquellas islas y la necesidad de que esa alta función se verifique con garantías de respeto al elector y a la voluntad de la mayoría.

Administración de justicia.

Datos ha reunido el Gobierno sobre la situación de este el más alto ramo de la Administración pública, que exigen reflexiva atención, enérgica voluntad, para suplir las deficiencias que hoy tiene, y que constan con elocuencia irresistible en la Memoria escrita con motivo de la inspección llevada á cabo por acuerdo del Tribunal Supremo. Mézclase allí la falta de personal, con las consecuencias de la lejanía y del aislamiento, y con el desarrollo de una porción de males que no existirían si el Gobierno vigilase de cerca y la opinión denunciara abusos é ilegitimas influencias. Que el personal es escaso, y. sobre todo, que los Centros judiciales son insuficientes para atender á las necesidades del país, hasta el punto de que muchos’ asuntos se sustraen al conocimiento de los Tribunales, es aserto que todo el mundo hace; y estos males se agravan por la ingerencia inevitable de la justicia municipal, que allí, como en la Península, no está á la altura de su misión. Los gastos que todo esto produce á los litigantes, las molestias de los viajes para asistir a las audiencias, la escasez de testigos y de todo en fin lo que significa procedimiento rápido, efectivo y justo, no hay para que enumerarlos; pero no son las reformas tan fáciles, teniendo en cuenta el número de poblaciones, la cantidad de asuntos judiciales y los inevitables límites de un presupuesto razonable.

Dificultades ofrece también la rivalidad entre las dos grandes islas, la Gran Canaria y Tenerife, pero ninguna de las que nazcan de los hábitos y de los pugilatos de localidad serán ciertamente obstáculo serio para que la opinión reciba con aplauso cuanto tienda á establecer una administración de justicia rápida y ajena â toda clase de inspiraciones.

Cuestiones económicas.

Sobre la franquicia de puertos, que es el régimen con que hoy se gobierna al Archipiélago, los pareceres andan muy divididos y no siempre fundados en la conveniencia pública, sino mantenidos frecuentemente por los intereses rivales que se han desarrollado al calor de los beneficios de esta concesión. Que el principio en si mismo es bueno y que nadie estaría dispuesto a renunciar á él fácilmente, no hay para qué decirlo; pero que, en cambio, las consecuencias que produce perjudican a la unidad de las relaciones comerciales con la Península, tampoco hay quien lo ponga en duda.

Ya en diferentes ocasiones los Diputados de la región y Comisiones enviadas Madrid han hecho ver cuantas facilidades ofrece la exportación de frutos canarios á Inglaterra, á pesar de la competencia que en sus mercados encuentran con los de Jamaica. y cuántas dificultades hallan para venir â la Península. ¿Cuál será la mejor solución para evitar esto? Seguramente la que dé el Parlamente, después de oír todos los intereses y de examinar la mejor manera de hacer justicia a las legítimas aspiraciones de los españoles de Canarias.

En este mismo orden de ideas discútese mucho acerca de las ventajas de facilitar la producción del alcohol, poniendo en cultivo tierras hoy casi estériles, pero que dan espontánea nutrición a plantas de riqueza alcohólica que podrían destilarse fácilmente. Pero mézclase con esta aspiración la dificultad tributaria, dándola en cambio alicientes y esperanzas la facilidad de la comunicación con la costa africana y la posibilidad de un gran mercado en ella.

Igual problema implica el cultivo del tabaco, desarrollado en los últimos años de una manera lisonjera para su progreso ulterior; pero que, á su vez, lucha con el régimen creado en España para la renta de tabacos, cual si los intereses del Tesoro estuvieran en este punto en pugna con los de los agricultores canarios. Sobre ese punto reclaman con energía los habitantes de aquellas islas y piden la derogación de varias disposiciones, entre ellas las Reales órdenes de 23 de Noviembre de 1899, 19 de Febrero de 1902 y 1° de Noviembre de 1903. Las demandas sobre estos extremos, sobre todo las que á la exportación y venta de tabacos se refieren, son muy vivas, debiendo consignarse, en homenaje á la verdad, la gran unanimidad en el juicio sobre esta materia y la necesidad de que el Gobierno se ocupe de ella con interés y atención.

Instrucción pública.

Las reclamaciones en este punto no son excesivas, pero son muy apremiantes. Desde el deseo de crear una Universidad en Canarias, á pesar del gasto extraordinario y desproporcionado que exigiría, hasta el de establecer buenas Escuelas de instrucción primaria, llegase al anhelo general de que se favorezca cuanto signifique cultura, y muy especialmente la creación de estudios de Comercio, de enseñanzas superiores de Artes é Industrias, semejantes â las creadas en Tarrasa, por la esperanza de que con ellas se iniciarán nuevas industrias y se mejorarán las existentes. También se nota el natural deseo, en poblaciones esencialmente mercantiles, de facilitar el conocimiento de todos los idiomas y consiguientemente la relación con todo el mundo.

En cuanto á la provisión de Escuelas, se protesta contra la necesidad de que los Maestros y Maestras tengan que venir á la Península para ganar sus plazas y proveerse de sus títulos. Sin duda el Ministerio de Instrucción pública tiene antecedentes y estudios sobre esa importantísima cuestión.

Fomento.

Al frente de todas las cuestiones, preocupan en los puertos de La Luz y de Tenerife, las concesiones hechas á extranjeros, ó a nacionales que las traspasan más tarde, con amenaza de la integridad del territorio y nulidad posible de la zona polémica en los casos de guerra. Que los puertos exigen toda clase de facilidades para el tráfico, es axioma entre aquellos comerciantes, pero que estas facilidades lleguen hasta perjudicar a la soberanía territorial y coloquen bajo la protección de banderas extranjeras los puntos más estratégicos de aquellas dos grandes é importantes islas, es materia que reclama una inmediata y decisiva resolución.

Respecto á las obras publicas existen los mismos deseos que en la Península, las mismas necesidades por todas partes sentidas y reveladas. De ellas se ha preocupado el Ministerio de Fomento enviando al Inspector de Ingenieros, Sr. López Navarro, para preparar las resoluciones ulteriores, acerca de las cuales, sobre todo en materia de puertos, justo es decir que el interés no es sólo de las localidades, .sino también de España entera. En este orden de ideas, algunos Ayuntamientos, como el de Puerto de Cabras, ha tomado ya iniciativas construyendo un pequeño muelle, cuyos gastos se han resarcido por el arbitrio impuesto á la navegación, dato muy digno de ser tenido en cuenta y ejemplo que debería imitarse. Pero a nadie se oculta, y menos á aquellos inteligentes comerciantes, que lo reducido del territorio en cada isla y especialmente en cuatro de ellas, quita alicientes al tráfico y á la actividad comercial, por lo cual el plan de obras públicas que haya de desarrollarse deberá ser bien estudiado y relacionado con los puertos y embarcaderos.

En cuanto a ferrocarriles y tranvías las necesidades son muy limitadas, pero estas obras serán de seguro éxito en los puntos en que puedan hacerse, ó sea, naturalmente, en los más poblados.

La característica de las islas Canarias es la ‘escasez de agua, la necesidad de obras hidráulicas. En banderas, en letreros y en gritos. lo expresaba la población al llegar el Rey, y las personas menos observadores se lamentan del contraste que, en medio del Océano, ofrecen aquellas islas cuyos habitantes padecen muy a menudo los rigores de la sed, por las deficiencias del agua potable.

Quizá á esto haya contribuido la despoblación de las montañas, cosa que no hubiera ocurrido si existiera guardia rural ó civil en suficiente número; pero el mal ya está hecho, y, por tanto hay que comenzar esa larga y penosa labor, sin la cual alguna de aquellas islas amenaza despoblarse y las que aun conserven habitantes tenerlos condenados á la mayores privaciones. Fuerteventura y Lanzarote son las más castigadas en este orden de ideas y las que necesitan mayor atención.

No estará de más recordar en este punto que los extranjeros visitan frecuentemente á Canarias, que allí se han construido hoteles que compiten con los primeros de Europa y que se habla todos los días de la construcción de sanatorios que producirían grandes beneficios y serian poderoso estímulo para el desarrollo de la riqueza, porque la llegada y residencia de los extranjeros han de relacionarse también con la construcción de las obras publicas.

Tal es el resumen razonado, imparcial y completo de las manifestaciones que el Gobierno ha oído, de las necesidades que ha visto y delas deficiencias que ha encontrado en la Administración y en el estado económico y social de las islas Canarias. Con enunciarlo se prepara, sin duda, el remedio, y la primera visita de un Monarca español a aquellos territorios, debe significar para gobernantes y gobernados la inauguración de una era de progreso y de justicia, porque dada la índole y el patriotismo de aquellos habitantes, conocida su lealtad, que ha estallado ahora en manifestaciones inolvidables, no será posible dudar que todo lo que se haga en beneficio suyo ha de estrechar de manera indisoluble los lazos que los unen fi la madre Patria; pero no debe olvidarse que los daños son antiguos, los vejámenes  sufridos muy dolorosos y que no se puede hablar del remedio sin aplicarlo prontamente, ni enumerar las deficiencias sin acudir á su rápida satisfacción.

Madrid 14 de Abril de 1906. El Ministro de la Gobernación, C. de Romanones.

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