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El loco de Martiánez ha muerto

Ha dos días, con sol abrasador, respiraba libremente, vivía la viva troglodita,

Aquel, que sin ser marinero, que sin ser pescador de oficio, sabía pescar; aquel que, con su raspona, se afanaba en el campo haciendo las labores cotidianas primorosamente.

Y salió el gigante muy de temprano, y salió abismada sus hercúleas fuerzas, inclinando la cabeza, antes, tan altiva, tan altanera, para no volver. No…

Llevaba sobre sus hombros un taleguillo y dentro, contenía el sustento coidiano, el gofio imprescindible del día. ¡Cuánto luchar para un mal vivir!

La Cueva de Martianez quedó solitaria, quedó sin su guanche, ¿Donde ha marchado?

***

¡Oh! ¡no me oyen! ¡ no me escuchan!

– Laureano, Laureano…, ¿Estará aún de partida?

¡Oh! ¡no me responden! ¡no me han oido..!

– ¿Laureano está enfermo? ¿Qué le pasa al guardián de Martianez?

– ¿Dónde esta el loco? ¿Nadie contesta?…

Pregunté a una medianera que  trabaja el predio bajo, si en lo alto, en la Cueva-habitación del hombre guanchinesco, ocurría algo, y me dice:

— Tienda Vd. su vista a la playa y verá. Ocurre mucho, muchísimo…

– ¿Y qué acontecimiento puede desarrollarse en la playa de Martianez? ¿Qué han motivado esos lloros que siento? ¿Cual es la causa?¿Por ventura o desgracia, le ocurre algo al Loco de la Fuente?

– Mire Vd. Abajo, junto a la playa, yace su amigo. ¡Pobrecillo, pobrecillo!

Una sombra desconocida y pálida, corrió ante mis ojos y tendí la mirada a aquel punto.

Todo fué realidad, todo fué la seguranza de mi pensar en cosas fatídicas.

Laureano, yacia muerto y tendido en la arena. Junto a él, el taleguillo heredado de sus mayores, ¡Pobrecillo! ¡Pobrecillo!…

Hoy, es lunes 6 de Marzo de 1922. Pobre Laureano, pobre guanche de miscuentos.

¡”Este es”! exclamé. ¡Cuidado, no le toquen; cuidado, no le muevan!

Rodeado de acompañantes, su cuerpo frió estaba salpicado de gotas de rocío, de lágrimas, cual perlas brotadas por la mar bravia, que ronca, lloraba tanto infortunio; que, ronca, gemía tristemente.

El es; él es el guanche que muerto vive aun dentro de mi caldeante cerebro.

Su recuerdo, vivirá la vida de mi existir, la vida de mis pesares inauditos…

iLaureano ha muerto! ¡Pobrecillo, pobrecillo!…

Su rostro venerable, conservaba el poco rubicundo color de su pasada existencia, y los rayos solares caldeaban su tez, matizada de pleno por les sales marinera o por el polvo de la tierra ingrata.

Parecía estar con ánima, parecía vivir, durmiente, sobre el lecho plúmbeo de las arenillas movedizas, de los terroncillos marineros de Arautapala.

***

Ya falleció el gran protagonista de mis cuentos, El Loco de Martianez.

Él no me oye, él no me escucha. ¡Oh! Ha dejado su caverna solitaria, ha dejado para siempre la fuente de las aguas sguss cristalinas; se marchó al Empíreo… Adiós amigo, descansa en paz, que yo seré el guardián de tu tumba, por la que ignoradas gentes pasarán, sin detenerse a contemplarla. Yo te llore y te lloraré mientras viva.

Descanta en paz, y álzese sobre las arenas humilde túmulo que perpetué el recuerdo imperecedero de este hombre cuerdo, a quien los muchos enagenados le tenían por loco,

Eleven al cielo las almas justas, una plegaria santa y fervorosa en sufragio de este alma inofensiva.

***

¡Señor de las alturas, acoge en tu seno al ser que partió del mundo maleante para  gozar de dichas mil en el tuyo, si lo crees de tu agrado!

Francisco P. Montes de Oca García.

Puerto de la Cruz. 6 de Marzo de 1922.

Un comentario en «El loco de Martiánez ha muerto»

  • Acabo de descubrir esta página y veo que el artículo está firmado por mi abuelo, lo que me hace aún más ilusión. Espero conseguir todo lo que pueda de él: artículos, libros, etc…
    A ver si alguien me puede facilitar más información.
    J. Montes de Oca

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